Hace días escribí una entrada sobre E.P. Thompson y, aunque no tiene mucho que ver con la temática del blog, no me resisto a reproducir aquí unas frases de Bernard de Mandeville a las que el autor alude en el libro «Costumbres en común» .
Decía Mandeville:
“Para que la sociedad sea feliz y la gente se sienta cómoda bajo las peores circunstancias, es preciso que gran número de personas sean ignorantes además de pobres. El conocimiento aumenta y a la vez multiplica nuestros deseos (…).
Por tanto, el bienestar y la felicidad de todo Estado o reino exige que los conocimientos de la clase pobre trabajadora se limiten a la esfera de sus ocupaciones y que nunca se extiendan, respecto a las cosas visibles, más allá de lo que se relaciona con su profesión. Cuando más sepa del mundo y de las cosas ajenas a su trabajo o empleo un pastor, un labrador o cualquiera otro campesino, más difícil le será soportar las fatigas y penalidades de su oficio con alegría y satisfacción (…)
Así como combatiendo la pobreza con artificio y constancia podréis instar al pobre al trabajo sin violencia, también, criándolo en la ignorancia, podréis acostumbrarlo a los trabajos realmente penosos, sin que se percate de que lo son (…) su conocimiento debe confinarse dentro de la esfera de sus ocupaciones».
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Escrito a finales del siglo XVII, en una época en la que se estaban poniendo las bases del liberalismo clásico, es muy sugerente ¿no?
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Foto de la película «Los santos inocentes» dirigida por Mario Camus y basada en la novela de Miguel Delibes