Unas notas para la historia del lúpulo en León (1/3)


Hace unas semanas escribí una pequeña historia del lino en la provincia de León que despertó bastante interés en los lectores del blog. Estaba ordenando los archivos del ordenador y encontré algunas cosinas sobre el cultivo del lúpulo. Visto lo del lino, no me resisto a compartir algunas notas y datos sobre el llamado ‘oro verde’ aunque quizás el lector ya conoce buena parte de la historia.

Imagino que la mayoría de ustedes sabe que el lúpulo es la planta que se utiliza para aromatizar la cerveza y que le da ese amargor característico. Dicen, aunque no está claro que haya sido así, que los primeros en utilizarlo para aromatizar las cerveza fueron los monjes checos allá por el siglo XIII. El caso es que el lúpulo se conoce desde antiguo y muestra de ello es aparece en algún grabado en piedra en la Catedral de León. Sin embargo en España hasta las primeras décadas del siglo XX se utilizó exclusivamente con fines medicinales. Aunque a finales del XIX el Jardín Botánico de Madrid y la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos en la Moncloa llevaron a cabo algunos ensayos de carácter científico, no fue hasta 1915 cuando se empezó a experimentar su cultivo y producción con fines industriales.

El impulsor del cultivo del lúpulo en España fue el cordobés Leopoldo Hernández Robredo, ingeniero agrónomo y director de la Granja Agrícola de la Coruña. En un viaje a Inglaterra, comisionado por el gobierno para la adquisición de ganado, el lúpulo llamó su atención. Ya de regreso a Coruña, y animado por la existencia de lúpulo silvestre en distintos puntos del Noroeste de España y viendo cierta analogía de clima y suelos entre Galicia y las zonas de cultivo en Inglaterra, decidió iniciar su cultivo.

Los primeros ensayos, iniciados en 1915 como ya dijimos, despertaron un gran interés ya que con motivo de la I Guerra Mundial los productores españoles de cerveza, que importaban de Austria y Alemania, quedaron desabastecidos. Hubieron de recurrir al lúpulo americano, mucho más caro. Esas pruebas demostraron que en España se podía producir lúpulo de forma competitiva en relación a otros países, si bien el final de la guerra y la reanudación de las importaciones paralizó estos intentos. Además el lúpulo que se producía en Galicia en aquel momento no estaba bien presentado y la calidad dejaba bastante que desear.

En su intento de divulgar el cultivo del lúpulo entre los agricultores, Hernández Robredo contó con la ayuda de algunos agricultores brigantinos y de J. Mª Rivera, propietario de la fábrica de cervezas “La Estrella de Galicia” (efectivamente, está pensando bien el lector, se trata de la conocida marca de cerveza). Y es que, con la intención de extender su cultivo y después de estos primeros intentos exitosos, Hernández Robredo contactó con las fábricas de cerveza preguntándoles precios y cantidades consumidas; trataba de averiguar si el cultivo era rentable. Convencido que Galicia podía abastecer de lúpulo a todas las fabricas españolas, y basándose en la buena calidad de los lúpulos gallegos el agrónomo publicó un folleto titulado “El Lúpulo y su cultivo” en el que daba indicaciones sobre el cultivo (descripción de la planta, producto utilizable, clima, terreno, situación, variedades, preparación del terreno, abonos, cuidados, enfermedades); recolección y preparación (recolección, desecación de los conos, rendimientos, embalaje, conservación de los conos, etc); datos económicos (producción, superficies de cultivo en el mundo, precio del lúpulo, o consumo mundial de lúpulo en 1911-12; en este sentido, en España se consumían anualmente unos 100.000 kilos anuales, cantidad anecdótica comparada con la producción de países como Gran Bretaña o Alemania.

Unos años más tarde, en 1928, Ricardo Escauriaza se hizo cargo de la Granja Agrícola de la Coruña, continuando con la labor de Hernández Robredo. Éste publicó diversos libros y artículos y a propuesta suya en 1937 fue creada la Sección de Fomento del Cultivo del Lúpulo en la Granja Agrícola de la Coruña. A partir de ese momento la Granja y su director Escauriaza emprendieron numerosas acciones de divulgación del cultivo en la zona de Betanzos. La Estación de Praticultura y Cultivos de Vega encargada de estos trabajos, entregó plantas a los agricultores y colaboró en el establecimiento de campos en otras regiones como Navarra, Guipúzcoa, Álava, Logroño, Vizcaya, Oviedo y Santander.

Con todo eso, llegamos a la Guerra Civil y la Dictadura. Como sabe el lector, la política económica del primer franquismo restringió las importaciones con numerosos controles y medidas intervencionistas. La distribución de los alimentos y las principales materias primas fue intervenida y pasó a organizarse, en teoría, a base de cupos y precios de tasa. El elevado nivel de protección arancelaria, y la voluntad del Estado de mediar entre industriales y productores agrarios, fue otro de los aspectos destacables. El lúpulo no fue una excepción, y a partir de ese momento se obligó a los productores de cerveza a comprar lúpulo nacional y el cultivo fue intervenido, siendo preciso la autorización del Servicio para efectuarlo. Al agricultor se le facilitaban gratuitamente renuevos (esquejes)  para hacer las plantaciones, concediéndole premios por planta enraizada. La cosecha, parcialmente desecada a la sombra, la recogía el Servicio que terminada su preparación, la enfardaba y entregabas a las fábricas; éstas, a su vez, estaban obligadas a pagarlo al precio fijado por la Dirección General de Agricultura, pudiendo importar el resto hasta cubrir sus necesidades. El cultivo se autorizó al principio en la provincia de La Coruña, extendiéndose después a las de Pontevedra, Lugo y Asturias.

La disposición fue muy bien acogida por los labradores y a fines de 1941 habían sido plantadas unas 50.000 plantas, obteniéndose una cosecha de 5.000 kilos de conos secos. Además en el Campo de Demostración Agrícola de Betanzos, instalado en el centro de la zona productora, se estableció un secadero de aire caliente y prensas eléctricas, para terminar la desecación del producto y enfardado en balotes de peso aproximado de 100 kilos, habiéndose llegado en estos últimos años a una presentación esmerada de un producto cada vez más perfecto.

La guerra mundial hizo que todos los productos agrícolas viesen aumentada su remuneración, lo que restó competitividad al cultivo del lúpulo, el cual además requería una importante inversión y gastos de instalación así como mucha mano de obra para la recogida de la flor. Poco a poco, el ritmo de plantación se estancó o disminuyó y las fábricas de cerveza tuvieron que recurrir de nuevo a las importaciones. A pesar de las restricciones, el lúpulo alemán llegó sin dificultad a España hasta junio de 1944, fecha en que cesó por completo.

Ahí empieza una nueva historia muy interesante para la provincia de León ya que… Continuará…

Para saber más:

  • Escauriaza, R. (1947): El cultivo del lúpulo. Madrid, Ministerio de Agricultura. Se puede descargar en este enlace.
  • Fernández Prieto, L. (1988): A Granxa Agrícola-Experimental da Coruña, 1888-1928. Contribución ao estudio da renovación técnica da agricultura galega. Xunta de Galicia. Conselleria da Presidencia e Administración Pública. Servizo Central de Publicacións. Disponible en este enlace.

 

Lecturas recomendadas: Vidas a la intemperie


Si buscan en internet encontrarán decenas de reseñas sobre el libro que hoy les recomiendo. Se trata de «Vidas a la intemperie. Nostalgias y prejuicios sobre el mundo campesino» de Marc Badal.

Este libro es una algo distinto a cosas que hayan podido leer sobre la «España vacía» o cosas similares. El autor toca otros palos. Es una obra sobre el campesinado que invita a reflexionar buscando el debate. Considera Marc Badal que los campesinos «Han desaparecido y nunca escribieron su historia (…) El suyo no ha sido un final épico. Los campesinos de nuestro medio rural se han ido en silencio. Víctimas de un etnocidio con rostro amable«.

De afirmaciones así también surge algún punto criticable. En primer lugar, el autor ofrece una visión muy teleológica de este proceso de desaparición del campesinado; es decir los cambios se entienden por una causa final y se obvia todo el proceso histórico. Por otra parte esta afirmación en cierta manera ‘destila / supura’ nostalgia e idealización de épocas pasadas; pareciese como si ‘cualquier tiempo pasado hubiese sido mejor’ y no, no fue así, hubo tiempos pasados muy duros, porque en el mundo rural también había desigualdades, miseria y sordidez. El autor parece quedarse con lo mejor de ese mundo ‘desaparecido’ obviando lo negativo. En tercer lugar, considerar al campesinado desaparecido en Europa es una forma (quizás no intencionada) de ‘invisibilizar’ a los ‘supervivientes’ de ese mundo.

Discrepo con Marc, los campesinos siguen ahí y ahí permanece la cultura campesina. No son rasgos. El mundo campesino siempre tuvo multiplicidad de formas y fue evolucionando para adaptarse a los tiempos. Como el autor reconoce, no hubo un único universo campesino, hubo miles de universos campesinos, y algunos ahí están, aunque quizás en muchas partes de Europa únicamente quedan ‘vestigios’.

Es fácil reconocerse en el obra de Marc Badal, porque uno en cierta manera ha sido o es campesino (aunque el propio autor afirma que le cuesta reconocer como tales a gente que ya no vive en ese mundo). En relación a ello a mí me viene a la memoria la canción de José Larralde: «Es por eso / Que quiero que comprenda / Ciertas cosas / A veces duelen fiero / Yo no pialo / Pero he clavado la reja / Y soy criollo lo mesmo / Que el que muenta / Y sepa señor / Que no digo lo que digo / Porque soy maistro / O porque me sobra ciencia / Lo mesmo es criollo / El que puntea la tierra / Que el que hace / Un libro con criolla conciencia»

Y ciertamente el libro de Marc Badal está hecho con «criolla conciencia». Y es que, a pesar de lo que pueda pensar o decir el autor, hay muchas formas de ser campesino…

Lecturas recomendadas: Super Flumina


Meses atrás leí una entrevista a un poeta leonés que me llamó mucho la atención. Ángel Fierro, el entrevistado, decía entre otras cosas: «(…) mis referencias son la inteligencia y la sensibilidad, la cultura y la ética, en todas sus manifestaciones. La sociedad no va ahora por este camino, sino que triunfa la vulgaridad más banal«.

Esas palabras me animaron a comprar el libro que, en aquella fecha, el poeta presentaba y hoy les recomiendo: «Super flumina. Las cabeceras de los ríos. Memorial de pérdidas«. Ya el propio título indica por dónde van los tiros. Super flumina son las palabras latinas con las que comienza uno de los salmos del Antiguo Testamento referido al destierro de los judíos en Babilonia. Como título, es una excelente metáfora de los tiempos presentes: vivimos cada vez más alejados de la tierra que nos vio nacer, prisioneros en una Babilonia rica, donde reina la confusión. Es el mismo autor quien, en la introducción del libro, indica que el desarraigo es el núcleo sobre el que pivotan estos relatos, con la despoblación y pérdida del acervo cultural como ejes.

Es un placer leer a Ángel Fierro porque utiliza un lenguaje cuidado, lleno de referencias a otras obras y autores; precisamente, esas citas las utiliza como refuerzo a sus argumentos y no como un alarde vacío de erudición. Muestra el autor que lo culto no está reñido con lo sencillo; es un libro de fácil lectura. Es una obviedad, pero lo que se revela es que lo culto está reñido con lo vulgar, con lo superficial. En este sentido, otro de los aspectos a destacar esta obra es la invitación que hace a la reflexión. Es el propio lector quien debe encontrar las conclusiones.

Otro motivo más para recomendar este libro es que compartimos una misma sensibilidad y preocupaciones. Desde aquí hemos venido alertando de la desaparición de los pueblos, recordando costumbres e historias, criticando el poco aprecio por la cultura y también el abandono por parte de los gobernantes. Alegra leer ciertas cosas escritas, porque uno siente que no esta solo. Así por ejemplo, hace años en una de las entradas de este mismo blog criticábamos que «la construcción de la presa [de Riaño], para satisfacer intereses de unos pocos, dejó tocado de muerte todo el valle«. Leemos acá:

«Faraónicas presas de la Dictadura anegaron vida y memoria, con el señuelo de un progreso que no alcanzamos a vislumbrar. La erradicación de los vecinos de de sus solares ancestrales se pretendió justificar por el superior argumento del bien común. Este endeble criterio nos llevaría a aceptar que el fin justifica los medios, pero hay que preguntarse si un supuesto beneficio económico es el único elemento para la toma de decisiones. ¿No ha de tener el bien común respeto alguno por los derechos de los individuos, aunque sean escasos, a seguir habitando el espacio elegido por ellos y sus familias desde generaciones? La respuesta de economistas y políticos es bien conocida. La ética exige exactamente lo contrario«.

Es sólo un detalle. Si leen el libro, que espero que así sea, verán que hay muchas cosas en común con este blog, lo cual nos hace sentir bien.

Acabada la lectura del libro, hay una cuestión no abordada abiertamente aunque intuida, y es la propia condición de emigrado. Creo que no es casual que al inicio del libro se cite aquella frase de Pessoa que decía que: ‘El lugar al que se vuelve es otro… ya no está la misma gente ni la misma luz‘. Para quienes somos emigrantes, y el autor lo es, no se oculta que esta condición modifica profundamente no sólo la mirada sino también el sentimiento hacia la tierra materna. Muchas veces hay dolor es esa relación. Tomás González, cuyos versos son reproducidos por el autor, lo explica perfectamente:

Por tus calles, tus ríos, tus montañas,
por todas partes hallo gente extraña
que acaso cuando niño conocí.

Nunca sufrí un dolor más verdadero
que el de sentirme solo y extranjero 
en este viejo pueblo en el que nací

Es por eso que intuyo que esa ‘Coda airada’ final además de un manifiesto contra la estupidez de los tiempos también es reflejo del dolor y la rabia de sentirse ‘exiliado’ en la propia tierra. En fin…

En este enlace pueden acceder a la entrevista a la que aludíamos al inicio.

Las campañas de saneamiento: más leña al fuego…


Parece que el artículo de principios de esta semana levantó ampollas entre el colectivo veterinario. Alguno de ellos dejaron comentarios en el blog tachándome de ignorante. Con este ‘argumento ad hominem’ intentaban desacreditar lo que se decía, pero sin ofrecer ningún argumento o dato que refute lo dicho. Pero ¡cuánto saben estos veterinarios!

Aún así, considero conveniente hacer algunas puntualizaciones respecto a lo ya dicho.

Una de las precisiones es respecto a las estadísticas ganaderas. El hecho cierto es que entre 1985 y 1992 la cabaña de vacuno en la provincia de León se redujo en un 40%. Lo que se deja caer en el anterior artículo es que podría haber una relación casual entre la disminución del número de ganados y la puesta en marcha de las campañas de saneamiento ganadero. Los indicios son fuertes, y una posible hipótesis de partida es que una de las causas de disminución del ganado fueron estas campañas.

Ahora bien, cualquier hipótesis ha de ser validada, y para ello sería preciso conocer: (i) número total de animales sacrificados; (ii) porcentaje de animales sanos sacrificados en relación a animales enfermos. Con estos datos en la mano, se podría ver en qué medida las campañas de saneamiento han sido responsables de la mentada reducción. De lo momento lo que hay son fundadas sospechas.

Lo que sí es una certeza es que las campañas de saneamiento han sido un éxito, y así por ejemplo, en Castilla y León en brucelosis bovina no se ha detectado ninguna explotación positiva en 2018, por lo que la Comunidad contará este año con cinco provincias ya declaradas libres de esta enfermedad por la Unión Europea, tal y como se puede leer en esta noticia.

Ahora bien, acá viene una segunda reflexión / puntualización y es si el fin justifica los medios. Volviendo al ejemplo de Fidel, el ganadero de Cabuérniga, considerando que le obligaron a sacrificar 53 animales sanos por un positivo, ¿son necesarias medidas tan drásticas y tan lesivas para un ganadero? Visto lo que hubo, uno podría pensar (de nuevo) que detrás de estas campañas hay otros intereses espurios. A bote pronto, la pregunta es: ¿no debería ser la Administración también garante de los derechos de los ganaderos, no sólo de los consumidores? Y ya ni hablamos de los derechos de los animales.

Es obvio que el artículo anterior buscaba la polémica, pero teniendo en cuenta el caso de Fidel un tema serio para la reflexión es hasta dónde se puede llegar en la búsqueda del bien común. Se han hecho barbaridades en aras del bien común, y un buen ejemplo es Riaño que, para favorecer a unos pocos regantes y a las empresas eléctricas, se condenó a muerte a todo un valle, como ya explicamos acá. No siempre cabe pensar en el bien común, sino también en que no se lesionen derechos fundamentales de los afectados.

Una tercera reflexión surge en relación a la diferencia entre valor y precio. Cuando a un ganadero lo obligan a sacrificar a toda su ganadería, el valor del ganado no es igual al precio fijado por la Administración. Durante años el ganadero ha venido seleccionando ese ganado y lo ha ido enseñando y además conoce las características de cada animal (p.e., si tiene partos complicados, si cría bien, etc). Todos esos conocimientos se pierden y nadie se los paga… lo obligan a empezar de nuevo; otro ejemplo, una vaca puede ser vieja pero puede ser valiosa porque guía a las otras o está enseñada para el yugo o el carro. Eso tampoco te lo compensan… Y los veterinarios deberían saber que no es lo mismo valor que precio.

No me extiendo más. Aún así sigo manteniendo que: (i) la entrada de España en la CEE y las políticas puestas en marcha para adaptarse al mercado único fueron un desastre para las provincias del Norte y Noroeste de España; a ello se añade que la entrada en el Euro y el sistema perverso de subvenciones puesto en marcha fueron la puntilla a la agricultura y ganadería tradicional; (ii) las campañas de saneamiento ganadero se han realizado de forma opaca, sin facilitar información y estadísticas de los resultados en relación a reses sacrificadas; y (iii) el fin no justifica los medios y la Administración debe proteger los intereses de las minorías y los menos pudientes, como los pequeños productores.

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El Centro Región Leonesa, una de las mejoras milongas de Buenos Aires


El pasado mes de noviembre de 2018 el presidente de la Diputación de León, Juan Martínez Majo, entregó la Medalla de Oro de la Provincia al Centro Región Leonesa de Buenos Aires (Argentina) por su labor de difusión de la herencia y la cultura leonesa en América Latina.

El Centro Región Leonesa de Ayuda Mutua, Recreo e Instrucción (así se llama) fue creado en 1916 por iniciativa del ponferradino Lisandro Carreño con los siguientes fines fundacionales:

  1. Crear un fondo común destinado a socorrer a los socios en casos de accidente, enfermedad o fallecimiento.
  2. Propender al mejoramiento moral y material de sus asociados y familias de los mismos.
  3. Procurar la instrucción de los hijos de los asociados.
  4. Publicar una revista o un boletín.

Pero en Buenos Aires, por lo que realmente es conocido el Centro Región Leonesa es por las milongas que allá se organizan. No piense mal el lector, ya que milonga como ‘engaño, cuento’ es una de las muchas acepciones del término.

La milonga es un baile muy parecido al tango, pero con un ritmo más movido e infinitamente mucho más divertido; quizás de ahí venga que, como ya comenté, una de las acepciones de la palabra milonga sea ‘engaño, lío». Por cierto milonga es una palabras de origen africano como tango, mondongo, macana, quilombo, mucama o tongo, porque seguramente el baile fue creado por los esclavos traídos de África al río de la Plata.

En fin. También se llama milonga al lugar donde se organizan los bailes de tango. Y una de las milongas más famosas de Buenos Aires es la que se organiza en el Centro Región Leonesa (Humberto Primo 1462, Buenos Aires). Allí, generalmente los sábados se organiza la Milonga de los Consagrados. No es un espectáculo para turistas. Es para gente que le gusta bailar tango.

Si son leoneses y quieren pasar a ver el Centro Región Leonesa, mejor aprovechar para conocer una verdadera milonga.

El cuadro que ilustra esta entrada es de Carlos Ferreyra

Acá les dejo un vídeo de dos verdaderos artistas bailando una milonga (les recomiendo que vean el vídeo hasta el final); llegados a este punto debe confesarles también que me encanta el tango y mucho más la milonga:

Las campañas de saneamiento ganadero: peores que lobos…


Hace unas semanas preparando un pequeño artículo de opinión sobre el declive de la provincia de León buscaba datos sobre la evolución de la cabaña ganadera cuando me encontré con un dato sorprendente.

Revisando las estadísticas ganaderas resulta que en 1985, justo un año antes de entrar en la Comunidad Económica Europea, había en la provincia de León 173.278 cabezas de ganado bovino. Unos pocos años más tarde el número de animales se había reducido en casi un 40%; concretamente en 1992 la cabaña de bovino estaba en 110.754 cabezas; haciendo números, resulta que en apenas 7 años se contabilizaban 65.524 animales menos.

Me acordé que en aquellos años la Junta de Castilla y León puso en marcha diversas campañas de saneamiento ganadero. Como recordarán muchos lectores de este blog, los veterinarios de la Junta visitaban las explotaciones y todos los animales que daban positivo a la brucelosis o a la tuberculosis debían ser sacrificados en el plazo de un mes. Al ganadero lo indemnizaban con las cantidades que establecía la ley, aunque lo pagado estaba muy por debajo del precio de mercado. Además, lo curioso es que estas reses ‘enfermas’ se podían destinar al consumo humano.

Cabe recordar que con la entrada en la CEE en 1986, las provincias del Norte y Noroeste de España tuvieron la mala suerte de que el vacuno y los lácteos fuesen producciones excedentarias. Además era complicado competir con países como Holanda, Alemania o Francia. Por estos motivos, como solución se pensó en reducir el número de explotaciones ganaderas (y de cabezas de ganado) y se dieron ayudas a los ganaderos para que abandonaran la actividad.

Es posible que las ayudas contribuyesen a disminuir el número de animales, pero reducir la cabaña de bovino en una tercera parte en tan pocos años, es sospechoso… Humm, diría que algo huele mal en toda esta historia. Tengo la intuición de que estas campañas ganaderas fueron la ‘excusa’ para reducir los ‘excedentes ganaderos», aunque no tengo pruebas. En relación a ello, me hubiese gustado saber cuántas reses fueron sacrificadas, por ejemplo, en la provincia de León en el marco de estas campañas de ‘mejora de la cabaña ganadera’, pero no encontré estadísticas. Intuyo que esta estadística de animales sacrificados nunca se hizo pública. Ni se hará.

Mi teoría es que las campañas de saneamiento fueron armadas por los tecnócratas de la Junta de Castilla y León para obligar por la fuerza a los ganaderos a ‘deshacerse’ de los animales. «No queréis cerrar la explotación por las buenas, pues por las malas. Ahí os mandamos a los veterinarios…«. Yo recuerdo cómo fue la historia en mi pueblo, y resulta sumamente curioso que al principio únicamente saliesen ‘malas’ las vacas de los jubilados, después a los del bar, después ya le podían salir malas a cualquiera. El caso es que en tres o cuatro campañas, más de la mitad de las vacas desfilaron camino al matadero. Además en muchos casos, sorprendentemente, las que salían brucelosas o tuberculosas eran las mejores novillas de la cuadra.

Imagino que en Galicia, Asturias o Cantabria, pasó lo mismo, o algo parecido…

Todo muy sospechoso… pero el caso es que los veterinarios iban a full (a saco), como lobos en el rebaño. Parecía que todo se hacía con alevosía y maldad. Se cometieron muchas injusticias y, al escribir esta palabra, me viene a la cabeza la historia de Fidel González, de Cabuérniga (Cantabria), a quien en 2017 le obligaron a sacrificar 53 vacas sanas, porque uno de los animales había dado positivo por brucelosis. Con todos los medios que hay ¿era necesaria esa medida? ¿dónde están los derechos de Fidel? ¿acaso este ganadero no tiene derecho al trabajo, a la propiedad, a la seguridad jurídica, a una vida digna, etc? Porque no sólo le quitan al ganadero los medios de vida, sino que le roban el trabajo de años. Años de seleccionar los mejores animales, de enseñarlos, de cuidarlos, de saber cómo es cada vaca… Ese esfuerzo realizado y esa pérdida no te lo compensa nada ni nadie.

En fin… No me extiendo más. Lo malo es que nunca sabremos la verdad y qué fines esconden estas campañas de exterminio de la cabaña ganadera… perdón, de saneamiento de la cabaña ganadera, quise decir.

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La foto que acompaña el texto es Germán García Adrasti . Que sepan también que el jato de la foto se llama Lalo, es un campeón argentino y vale unos 4.500 euros.

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