Hace unas semanas escribí una pequeña historia del lino en la provincia de León que despertó bastante interés en los lectores del blog. Estaba ordenando los archivos del ordenador y encontré algunas cosinas sobre el cultivo del lúpulo. Visto lo del lino, no me resisto a compartir algunas notas y datos sobre el llamado ‘oro verde’ aunque quizás el lector ya conoce buena parte de la historia.
Imagino que la mayoría de ustedes sabe que el lúpulo es la planta que se utiliza para aromatizar la cerveza y que le da ese amargor característico. Dicen, aunque no está claro que haya sido así, que los primeros en utilizarlo para aromatizar las cerveza fueron los monjes checos allá por el siglo XIII. El caso es que el lúpulo se conoce desde antiguo y muestra de ello es aparece en algún grabado en piedra en la Catedral de León. Sin embargo en España hasta las primeras décadas del siglo XX se utilizó exclusivamente con fines medicinales. Aunque a finales del XIX el Jardín Botánico de Madrid y la Escuela Especial de Ingenieros Agrónomos en la Moncloa llevaron a cabo algunos ensayos de carácter científico, no fue hasta 1915 cuando se empezó a experimentar su cultivo y producción con fines industriales.
El impulsor del cultivo del lúpulo en España fue el cordobés Leopoldo Hernández Robredo, ingeniero agrónomo y director de la Granja Agrícola de la Coruña. En un viaje a Inglaterra, comisionado por el gobierno para la adquisición de ganado, el lúpulo llamó su atención. Ya de regreso a Coruña, y animado por la existencia de lúpulo silvestre en distintos puntos del Noroeste de España y viendo cierta analogía de clima y suelos entre Galicia y las zonas de cultivo en Inglaterra, decidió iniciar su cultivo.
Los primeros ensayos, iniciados en 1915 como ya dijimos, despertaron un gran interés ya que con motivo de la I Guerra Mundial los productores españoles de cerveza, que importaban de Austria y Alemania, quedaron desabastecidos. Hubieron de recurrir al lúpulo americano, mucho más caro. Esas pruebas demostraron que en España se podía producir lúpulo de forma competitiva en relación a otros países, si bien el final de la guerra y la reanudación de las importaciones paralizó estos intentos. Además el lúpulo que se producía en Galicia en aquel momento no estaba bien presentado y la calidad dejaba bastante que desear.
En su intento de divulgar el cultivo del lúpulo entre los agricultores, Hernández Robredo contó con la ayuda de algunos agricultores brigantinos y de J. Mª Rivera, propietario de la fábrica de cervezas “La Estrella de Galicia” (efectivamente, está pensando bien el lector, se trata de la conocida marca de cerveza). Y es que, con la intención de extender su cultivo y después de estos primeros intentos exitosos, Hernández Robredo contactó con las fábricas de cerveza preguntándoles precios y cantidades consumidas; trataba de averiguar si el cultivo era rentable. Convencido que Galicia podía abastecer de lúpulo a todas las fabricas españolas, y basándose en la buena calidad de los lúpulos gallegos el agrónomo publicó un folleto titulado “El Lúpulo y su cultivo” en el que daba indicaciones sobre el cultivo (descripción de la planta, producto utilizable, clima, terreno, situación, variedades, preparación del terreno, abonos, cuidados, enfermedades); recolección y preparación (recolección, desecación de los conos, rendimientos, embalaje, conservación de los conos, etc); datos económicos (producción, superficies de cultivo en el mundo, precio del lúpulo, o consumo mundial de lúpulo en 1911-12; en este sentido, en España se consumían anualmente unos 100.000 kilos anuales, cantidad anecdótica comparada con la producción de países como Gran Bretaña o Alemania.
Unos años más tarde, en 1928, Ricardo Escauriaza se hizo cargo de la Granja Agrícola de la Coruña, continuando con la labor de Hernández Robredo. Éste publicó diversos libros y artículos y a propuesta suya en 1937 fue creada la Sección de Fomento del Cultivo del Lúpulo en la Granja Agrícola de la Coruña. A partir de ese momento la Granja y su director Escauriaza emprendieron numerosas acciones de divulgación del cultivo en la zona de Betanzos. La Estación de Praticultura y Cultivos de Vega encargada de estos trabajos, entregó plantas a los agricultores y colaboró en el establecimiento de campos en otras regiones como Navarra, Guipúzcoa, Álava, Logroño, Vizcaya, Oviedo y Santander.
Con todo eso, llegamos a la Guerra Civil y la Dictadura. Como sabe el lector, la política económica del primer franquismo restringió las importaciones con numerosos controles y medidas intervencionistas. La distribución de los alimentos y las principales materias primas fue intervenida y pasó a organizarse, en teoría, a base de cupos y precios de tasa. El elevado nivel de protección arancelaria, y la voluntad del Estado de mediar entre industriales y productores agrarios, fue otro de los aspectos destacables. El lúpulo no fue una excepción, y a partir de ese momento se obligó a los productores de cerveza a comprar lúpulo nacional y el cultivo fue intervenido, siendo preciso la autorización del Servicio para efectuarlo. Al agricultor se le facilitaban gratuitamente renuevos (esquejes) para hacer las plantaciones, concediéndole premios por planta enraizada. La cosecha, parcialmente desecada a la sombra, la recogía el Servicio que terminada su preparación, la enfardaba y entregabas a las fábricas; éstas, a su vez, estaban obligadas a pagarlo al precio fijado por la Dirección General de Agricultura, pudiendo importar el resto hasta cubrir sus necesidades. El cultivo se autorizó al principio en la provincia de La Coruña, extendiéndose después a las de Pontevedra, Lugo y Asturias.
La disposición fue muy bien acogida por los labradores y a fines de 1941 habían sido plantadas unas 50.000 plantas, obteniéndose una cosecha de 5.000 kilos de conos secos. Además en el Campo de Demostración Agrícola de Betanzos, instalado en el centro de la zona productora, se estableció un secadero de aire caliente y prensas eléctricas, para terminar la desecación del producto y enfardado en balotes de peso aproximado de 100 kilos, habiéndose llegado en estos últimos años a una presentación esmerada de un producto cada vez más perfecto.
La guerra mundial hizo que todos los productos agrícolas viesen aumentada su remuneración, lo que restó competitividad al cultivo del lúpulo, el cual además requería una importante inversión y gastos de instalación así como mucha mano de obra para la recogida de la flor. Poco a poco, el ritmo de plantación se estancó o disminuyó y las fábricas de cerveza tuvieron que recurrir de nuevo a las importaciones. A pesar de las restricciones, el lúpulo alemán llegó sin dificultad a España hasta junio de 1944, fecha en que cesó por completo.
Ahí empieza una nueva historia muy interesante para la provincia de León ya que… Continuará…
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Para saber más:
- Escauriaza, R. (1947): El cultivo del lúpulo. Madrid, Ministerio de Agricultura. Se puede descargar en este enlace.
- Fernández Prieto, L. (1988): A Granxa Agrícola-Experimental da Coruña, 1888-1928. Contribución ao estudio da renovación técnica da agricultura galega. Xunta de Galicia. Conselleria da Presidencia e Administración Pública. Servizo Central de Publicacións. Disponible en este enlace.