Las gestas medievales o la gilipollez elevada al cubo


El vulgo y los amantes del circo ya tienen fecha para disfrutar: los próximos días 6 y 7 de junio se celebrarán en Hospital de Órbigo las justas medievales del Passo Honroso.

Justamente una de las ‘fiestas’ más cutres que uno se puede encontrar son las justas y los mercadillos medievales.

Imagino que muchos lectores de este blog ya conocen de donde viene toda esa parafernalia y la historia de Don Suero de Quiñones, así que no entraré en muchos detalles.

Don Suero, imagino que ‘Suerín’ para los amigos, era un ‘niño de papá’ bien, hijo del Merino de Asturias. Con 25 añines, le entra la calentura por una moza y, aburrido y ocioso como estaba, no se le ocurre otra cosa que ponerse una argolla al cuello y retar a duelo, ni más ni menos que ‘a todos los caballeros de la Cristiandad’ que pasasen por el puente de Hospital de Órbigo. Vaya, que además era un ‘fantasma’.

Bien. Al final convoca a todos sus ‘coleguitas’ como el hijo del Almirante de Castilla (sí, sí, Castilla, han leído bien) y otros ociosos varios. Conocida la afición de la nobleza medieval a vivir del cuento y del esfuerzo de los campesinos, se apunta mucha gente.

El resultado fue que Don Suero lo pasó en grande, aunque no todo el mundo sabe que, años después, la tontería esta de las justas le costó la vida. Pues sí, tuvo un ‘pique’ con un tal D. Gutierre de Quijada, que se ofende porque quería enfrentarse directamente a Don Suero y no lo dejan. Casi veinte años después, cerca del pueblo de Castroverde, Don Gutierre le tiende una emboscada con resultado de muerte para el leonés. En fin…

Todo bastante patético, la verdad. Pero lo que resulta más patético aun es que haya este tipo de celebraciones. Me gustaría que alguien en los comentarios me explique qué es lo que realmente se celebra. ¿La tontería de un niño de papá? ¿La gesta de un noble? ¿Qué tiene realmente esto de tradición?

Alguien se preguntará que qué es lo que me molesta de todas estas historias. Me molesta la ignorancia, me molesta la idiotez, me molesta que cuatro listos saquen partido de estas cosas… Me molesta que la gente de León no conozca nada de la historia de León. Me molesta la incultura… Me molesta que los ayuntamientos gasten en circo lo que no invierten en cultura… Me molesta que estas cosas sean consideradas ‘tradiciones’… Me molesta que nos quieran hacer comulgar con ruedas de molino y que estos aquelarres sean considerados cultura… Porque además ha sido declarada de interés turístico regional. En fin…

Así nos va…

Como imagino que entre los lectores del blog hay amantes de estas francachelas medievales y para que vean que no soy rencoroso, en este enlace tienen un listado de mercados medievales. Ahora bien, me gustaría poner a prueba sus conocimientos con la siguiente encuesta:

 

¿Nos hemos vuelto muy señoritos o muy idiotas?


Hoy voy a empezar la entrada con un chiste sobre un rapaz que había emigrado a Madrid.

Resulta que después de un año en Madrid trabajando de mozo de almacén, a un rapaz al regresar al pueblo de vacaciones parecía se le había olvidado todo lo que tenía que ver con la vida en el campo.

Charlando con el vecino que estaba preparando para acarrear la hierba le iba preguntando el nombre de las cosas:
¿Y cómo dices que se llama esa tira de cuero que le pones a las vacas?
Chamámoslo sobeu, yía pa’ uñir las vacas al carru.
¿Y eso otro?
– Esu las cornales, esu yía el jugo, esu las mullidas… son apeiros.

El paisano del pueblo, entre incrédulo y desconfiado, le iba recordando nombres como la forca, la bielda, la garabita, el gadaño…
– Ho
me, pero no fastidies, ¿no t’alcuerdas de nengún nome d’estus?
No que va. En Madrid es otra vida. Allí no hay este atraso, y la gente habla bien, no como en estos pueblos.

En esto, el que no quería saber nada del pueblo pisa los dientes del rastro que, al hacer palanca, sale disparado pegándole un tremendo castañazo en la nariz; medio aturdido por el golpe, exclama:
Me cagon’el rastrio y la puta que lu paríu!

Demoñe, demoñe, que rápidu recupereste la memoria!

Bien, en los pueblos está pasando algo muy parecido. Muchos vecinos perdieron la memoria. Hasta hace cuatro días todos tenían vacas, gochos, ovejas y gallinas, pero hoy molesta todo. Molestan las ‘cagayas’ de las ovejas o las ‘moñicas’ de las vacas… Molestan que ladren los perros, que canten los gallos, que toquen las campanas de la iglesia.

El colmo es que en algunos casos se ha llegado a multar al dueño de una vaca que cagó en la calle (sí, como lo leen: en este enlace tienen la noticia) o se ha denunciado al dueño de un gallo, o ¡qué se yo!… la gente está muy mal.  Es entendible que si alguien está estresado, va al pueblo en busca de tranquilidad y se encuentra con gallos que cantan de madrugada, perros que ladran a la noche, vacas que cagan por la calle, es normal se le agudice el estrés. Lo malo no es eso. Lo malo es que esas cosas a quien más parecen molestar es a gente para quienes hasta hace cuatro días el cubil de los gochos era una habitación más de la casa.

Respecto a los primeros, cuitadines, se imaginaban algo que no es y que la gente de los pueblos ya sabían: que la vida en el pueblo nunca fue algo idílico. A la dureza del trabajo en el campo, hay que añadir envidias, rencillas, disputas seculares, odios irracionales, ignorancia, etc. Precisamente, eso es lo que está detrás de las protestas de los segundos, de esos que habiendo vivido toda la vida en el pueblo les molesta una ‘moñica’ de vaca y se quejan. Quizás también porque es cierto el refrán de ‘nunca pidas a quien pidió, ni sirvas a quien sirvió…‘.

No me alargo más. Es cierto que hay que mantener los pueblos cuidados, y evitar actividades molestas, pero… también hay que respetar a la gente que vive en los pueblos. Queremos que se quede gente joven en el pueblo y después nos molesta todo… Que cada cual saque sus propias conclusiones…


La imagen que acompaña la entrada es de Robert Allmann from Pixabay

En fin. Anímate y deja tu comentario, que seguramente tienes algo que contar.

Una imagen de la maldad


La foto que acompaña el texto fue tomada hace días. Se trata de un lobo que apareció en Lena (Asturias) colgado en una señal de tráfico.

Es una perfecta imagen de la maldad. No porque sea de un lobo, animal que en las zonas rurales representa precisamente la maldad, sino porque quien se dedica a hacer algo así es un ser muy vil, ruin, miserable y mala persona.

Ya en próximas entradas trataremos del lobo en las zonas rurales, tema polémico donde los haya, epicentro del enfrentamiento entre dos visiones del mundo rural: ganaderos vs. ecologistas, con los gobiernos autonómicos como árbitro, a veces no neutral. Hay mucho que decir del lobo. Temido y odiado por unos, admirado y mitificado por otros, es difícil llegar a discutir de este tema sin que no se calienten los ánimos. Baste mirar en Facebook alguno de los grupos y discusiones en torno al tema.

Seguramente que en estas polémicas, los ganaderos tienen mucha razón en sus quejas; también los defensores de los animales tienen sus motivos, y muy razonables. Pero quien sobra en esta discusión son aquellos cazadores que gozan matando y se aprovechan de los argumentos de los primeros.

No me extiendo más. Si el salvaje o los salvajes que hicieron lo de la foto piensa que ayuda a los ganaderos, se equivoca y mucho; si piensa que con algo así amedrenta a alguien, se vuelve a equivocar. Con una acción así lo único que hacen es demostrar que además de tontos son muy malas personas.

Pérdidas, desapariciones y olvidos: los velorios


Odio los tanatorios.

Una de las peores cosas que la ‘modernidad’ ha traído a los pueblos, son los modernos tanatorios. Es todo tan aséptico, tan frío, tan distante, tan limpio, tan puntual que da un poquitín de asco.

El lector se preguntará que qué veo de malo. En primer lugar, el moderno tanatorio cierra a las 10 de la noche, y el difunto se queda solo toda la noche. ¿Se imaginan lo duro que debe ser para el muerto pasar toda la noche sólo? Se debe hacer eterno…

Bueno, al margen de ironías y chistes malos, creo que todo tiene que ver con una modernidad mal entendida. A ver cómo lo explico. El hombre es un ser social y toda la vida viene marcada por ritos sociales como son el bautismo, la boda, el entierro por ejemplo; es decir los acontecimientos más importantes de la vida de las personas (llegada de un nuevo miembro a la familia, la unión de dos familias, o la despedida final) se acompañan de ritos y celebraciones. El problema es que ahora nos hemos vuelto tan ‘modernos’ que no se celebra nada, y así nos va.

Aunque no lo crean, los ritos y todo lo simbólico es muy importante. Entre otras razones, porque forman parte de la cultura; cada celebración no sólo es la fiesta en sí, sino el sentirse acompañado de la familia y los amigos. En el caso de los velorios y los entierros estamos ‘celebrando’ una despedida, el cierre de una etapa… Por algo las ordenanzas concejiles obligaban asistir a los funerales de los convecinos. De hecho, para la gente de los pueblos asistir a los entierros es algo sagrado, una norma que se sigue a rajatabla.

Bien. A lo que íbamos. En los pueblos a los muertos siempre se los veló en casa: en el comedor, en la cocina, en una habitación… El féretro se ponía en el medio y alrededor se colocaban sillas. La gente iba llegando y daba el pésame a los familiares y se los ‘acompañaba’ en ese momento. De la tristeza de los momentos iniciales de la tarde-noche marcada por el rezo de de los preceptivos rosarios, se pasaba en la madrugada a la charla distendida, incluso algún chiste o anécdotas divertidas del finado. Como la vida misma…

También relacionado con el velorio del muerto esta todo el tema del duelo. Y no me refiero a esa costumbre de vestir de riguroso negro durante un año, sino al proceso de adaptación emocional ante la pérdida de un ser querido. Quizás el velorio ayudaba a la elaboración del duelo…

Por último, no se oculta que detrás de los tanatorios hay una gran negocio. Nos hemos dejado vender la moto, pero… Nadie se quiere complicar y en los tanatorios te lo dan todo ‘frito y migao’, pero…

En fin. No les aburro más. Da un poco de pena que en aras de una modernidad mal entendida se vayan perdiendo algunas costumbres.

Si no estás de acuerdo con las cosas que se dicen aquí, siéntete libre de dejar tu comentario. Valoramos (mucho) las opiniones discrepantes…

La foto es del gran fotógrafo gallego Virxilio Viéitez

La ‘nevadona’ que nos hizo ver la cruda realidad…


 

Imagino que, como a mí, a muchos de vosotros la nieve os trae agradables recuerdos de la infancia.

Quizás porque cuando eramos escolares, una buena nevada eran días de ‘fuelga’ y de vacaciones obligadas: los maestros no podían acceder al pueblo o no circulaba el autobús escolar. Aunque a los pocos días las quitanieves de la Diputación nos devolviesen a las rutinas escolares, eran días felices.

Hoy en día las cosas han cambiado. En muchos pueblos de la provincia apenas quedan escolares y sí muchas personas mayores y unos pocos ganaderos que sobreviven dejando las reses durante todo el año en el monte. Y una fuerte nevada, aunque deje alguna foto espectacular o curiosa como esta que acompaña el texto, ya no es motivo de alegría.

Precisamente la ‘nevadona’ de días pasados nos hizo ver la cruda realidad de las comarcas de montaña. Primero nos mostró la dureza de la vida del campo y las dificultades de los vecinos de los pueblos para alimentar los ganados aislados por la nieve. En segundo lugar, esta nevada evidenció el abandono más absoluto por parte de la Administración Pública lo cual se viene a sumar a otros problemas como el envejecimiento de la población, o la despoblación rural.

Es relativamente normal que después de una nevada de estas características, algunos pueblos (especialmente en las zonas de más difícil acceso) permanezcan unos días incomunicados, pero lo que no es normal y clama al cielo es que pasados más de 10 días de la ‘nevadona’ ni la Diputación Provincial, ni la Junta de Castilla y León supiesen cuántos pueblos había aislados por el temporal de nieve, ni cuantos vecinos afectados. Es obvio que alguien debería asumir responsabilidades y tener la decencia de dimitir, pero pedir dimisiones en este país es una utopía, es decir, algo irrealizable.

Lo peor de todo es que quienes han quedado aislados son personas mayores, en ocasiones enfermos crónicos. Imagino que todo esto hará que la gente se lo piense antes de quedarse en el pueblo a pasar el invierno. Es un suma y sigue, y todo invita a dejar los pueblos. En este sentido, la provincia de León, y especialmente las comarcas de montaña, se muere. No es la nieve ni la ‘gafura’ del tiempo la que echa a la gente de los pueblos. Siempre nevó. Es el abandono. Es sentir que con las instituciones públicas no puedes contar, y que mejor que no te pase nada…

Lo curioso es que en noviembre pasado el Senado creaba una «Comisión Especial de Estudio sobre las medidas a desarrollar para evitar la despoblación de las zonas de montaña». El alcalde de Prioro, uno de los primeros en comparecer pedía, entre otras cosas, «consideración y aprecio, así como que se tengan en cuenta nuestras singularidades, para obtener un trato digno dentro de nuestras peculiaridades«, como si los habitantes de la montaña fuesen una ‘raza en peligro de extinción’.

Estaría bien que en el Senado analicen lo ocurrido estos días y analicen cuál ha sido la respuesta de la Administración pública a la ‘nevadona’; quizás ahí tengan la respuesta de por qué la gente deja los pueblos.

Bien. No vale la pena extenderse mucho más. Cada uno saque sus propias conclusiones…

Nota 1. Los únicos que han estado a la altura de las circunstancias son los Guardias Civiles del GREIM que han llevado comida y medicinas a los vecinos que llevaban 8 días incomunicados en Llánaves de la Reina y han ayudado a los ganaderos a llevar comida a los animales aislados; sí, esos mismos que en Agosto perdían en un accidente de helicóptero a tres de sus miembros cuando rescataban a un montañero.

Nota 2. En lo que se refiere a la foto de Óscar Montero que acompaña este texto, a los pocos días de haber sido publicada en infinidad medios nacionales e internacionales, los paisanos de la Fundación Oso Pardo salieron a decían que no podían asegurar si era un perro o un oso. Jodó, tiene bemoles la cosa, porque si los de la FOP no saben distinguir entre un ‘esbardo’ (osezno) y un ‘perrín’, estamos arreglaos. En fin…

Nota 3. A pesar de todas estas ‘miserias’, esperemos que se cumpla el refrán aquel de «Año de nieves, año de bienes» y que la nieve nos visite cada año y nos siga devolviendo esos bonitos recuerdos de la infancia.

¿Qué esconde la alcaldesa de Valderas?


El rotoEn los últimos días, la alcaldesa de la localidad leonesa de Valderas ha aparecido en varios medios de comunicación (aquí y aquí la prueba) quejándose amargamente de la deuda del Ayuntamiento.

La primera pregunta que surge es quién le mandó meterse en esos berenjenales. Es curioso, que siempre haya un personaje que se meta a arreglar las cosas, cuando éstas no tienen arreglo. En este sentido me viene a la cabeza la pintada aquella de una pared en Salamanca: alguien había escrito ¡Arriba España! y debajo otro, sin duda más inteligente, puso: «El que la tiró que la levante». Pues eso, el que lo jodió que lo arregle.

Bien, volviendo al tema. Con pelos y señales la alcaldesa ha detallado que le llegan cuentas de ‘cigalas y langostinos’, un ‘somier y una cama’… y que tendrá que rebajar sueldos, que la situación es muy complicada, que bla, bla, blá.

Bien. Imagino que conocen la historia y de dónde viene esa deuda. En los años de bonanza, la corporación municipal presidida por el controvertido Eloy José Rubio de Lamo convirtió a Valderas en uno de los Ayuntamientos más endeudados de España. Se dice bien y no vamos a dar más detalles ya que con cualquier búsqueda en Google obtendrán todos los detalles del tema y del personaje.

De todas maneras, y aunque nadie duda de que la situación es un desastre, a mi me da que la actual alcaldesa esconde algo. Quizás esté preparando el terreno… o preparando a sus convecinos para que acepten ‘malvender’ propiedades comunales, como la Dehesa de Trasconejo.

Explotada por unos 70 vecinos del pueblo, la ‘brillante’ idea de la alcaldesa es ‘arrendarla’ por un período mínimo de 50 años para saldar una deuda de 800.000 euros; curiosamente el arrendatario sería un ‘señorito’ madrileño, dueño a su vez del monte del marqués, que a precio de saldo se queda con el pueblo entero de Valderas.

Dice la alcaldesa que se trataría de una  una ‘concesión administrativa’, y que la persona adjudicataria ‘no adquirirá ningún derecho sobre el mismo’. Como si 75 años no fuese nada; y eso que no venga alguien después y la acabe vendiendo. Teniendo en cuenta que lo obtenido del arriendo de la Dehesa no cubre ni una cuarta parte de la deuda total del Ayuntamiento (más de 4 millones de euros), quien firma que esto del arriendo no es un primer paso, para preparar la gente, y que después se acabe vendiendo.

Afortunadamente la presión vecinal ha conseguido parar momentáneamente este expolio pero, como les decía, vistos los llantos y quejas de la alcaldesa, quizás quiera volver a la carga con esta medida. Surgen muchas preguntas al respecto: ¿para pagar facturas de langostinos, es necesario ‘arruinar’ a varias generaciones del pueblo? ¿por qué todo este derroche del ayuntamiento lo tienen que pagar los agricultores y ganaderos del pueblo? ¿por qué este interés de la alcaldesa ‘desprenderse’ de la Dehesa? ¿tiene ya preparada su ‘puerta giratoria’ para cuando acabe el mandato? ¿la alcaldesa, está al servicio del pueblo o del cacique madrileño que quiere quedarse con las propiedades del pueblo de Valderas?… En fin. Ella sabrá por qué lo hace.

La Dehesa Trasconejo fue siempre un comunal conflictivo, como mostramos en esta entrada, pero si la alcaldesa se sale con la suya, quizás pase a ser historia puesto que habrá desaparecido. La alcaldesa también pasará a la historia por ser la persona que ‘malvendió’ el comunal de Valderas, una propiedad de los vecinos que durante siglos ‘quitó mucha hambre’ y ‘proporcionó mucha riqueza’ al pueblo.

¿Tienes algo que decir al respecto? Te invito a hacerlo en los comentarios.

 

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