LNT te recomienda: Manuel Ferrol


Cada vez que miro la foto que ilustra esta entrada me cuesta contener las lágrimas. Al verla, en mi  la cabeza se agolpan muchas imágenes familiares: mi padre diciéndole adiós a mi tía Margarita cada vez que ella se iba a Argentina; mi tío Gonzalo camino a Holanda; o nosotros en Ezeiza despidiéndonos de la familia.

Aunque sea temporal, despedirse de un familiar es doloroso. Dejar tu tierra y tu gente e irte a otro país (es decir, emigrar) es aún más doloroso. En este sentido esta foto de Manuel Ferrol es icónica como lo es «Muerte de un miliciano» de R. Capa, o «Mujer migrante» de Dorothea Lange.

Precisamente, Manuel tiene un lugar en la historia de la fotografía por su reportaje sobre los emigrantes gallegos. En internet en páginas web como ésta o en Wikipedia encontrarán cumplida información sobre este fotógrafo, razón por la que no me extenderé sobre su vida y obra.

El caso es que en 1957 a Manuel el Instituto Español de Emigración le encargó que hiciese un retrato amable del fenómeno de la emigración. Como habitualmente pasaba en el franquismo, y el NO-DO es un ejemplo, ciertas noticias se ‘edulcoraban’ para no mostrar la dura realidad. El problema es que Manuel retrató lo que vio: desesperación, llanto, dolor…

Como ya dijimos esa foto es todo un símbolo y en ella están Xan Calo, y su hijo Xurxo que habían acudido al puerto a despedir a la madre y los dos hermanos de Xan. Todos ellos iban a América en busca de un mejor futuro, y en la foto se refleja la terrible tristeza de despedirse de un familiar. Hay un detalle en esa foto que me llama poderosamente la atención, es la mano del padre, una mano de campesino, consolando a su hijo manteniéndolo a su lado, en el regazo. Es un gesto que le da seguridad al hijo, pero también al padre: es la certeza de que no queda solo.

A %d blogueros les gusta esto: