Contra la simplicidad del discurso económico: Albert O. Hirschman


Hace unos días vi que en 2020 fue reeditado en España el libro de Albert O. Hirschman «La retórica reaccionaria». Parece que ha tenido éxito y la gente empieza a leer a este economista, lo cual no deja de ser una buena noticia. Hirschman es un economista de los buenos, no como Mises, Hayek y otros cantamañanas de la escuela austríaca. Hirschman es un economista que propone una visión “alternativa” y crítica de la economía.

Estas visiones críticas nos remiten a preguntas básicas: ¿cuál es la relación entre la historia del pensamiento económico y la economía actual? ¿En un momento como el actual, son útiles estas teorías?. Hay quien dice que la historia del pensamiento económico es irrelevante respecto a la teoría y el análisis contemporáneo; que el contexto y la forma cómo se construyeron las grandes teorías económicas es muy diferente del actual y por tanto para comprender la realidad económica actual, no hay mucho que aprender de la historia del pensamiento económico.

En lo que a Hirschman se refiere, además de los intereses, en lo cual los economistas tienen a fijar su atención, él añadió el amor, la generosidad, la lealtad o la ética como elementos a considerar en el análisis económico.

Albert Hirschman, nacido en Berlin en 1915, en los últimos años de vida fue Profesor Emérito del Institute for Advanced Study en Princeton (EE.UU.). Graduado en 1937 en Trieste, comenzó a trabajar sobre la demografía y la estadística de la economía italiana. En su primer libro, National Power and the Structure of Foreign Trade (1945), se ocupó de los aspectos históricos y teóricos de la relación entre el poder nacional y la estructura del comercio exterior, con referencia explícita a las políticas de la Alemania nazi. Ya en esta obra Hirschman adoptaba una posición crítica con respecto a varios de los fundamentos teóricos de la doctrina económica dominante. También en The Strategy of Economic Development (1958), uno de sus libros más importantes, y en Journey toward Progress (1963), Hirschman propone un análisis muy heterodoxo para afrontar los problemas de los países en desarrollo. El primero de ellos estaba centrado en la “búsqueda del primum movens” o las condiciones históricas, psicológicas y antropológicas del desarrollo económico. La conclusión a la que llega es que el desarrollo es posible, incluso con escasos recursos naturales; que, en condiciones adecuadas, las capacidades productivas pueden cultivarse por toda la población; y que no es cierto que el ahorro puede ser crónicamente insuficiente al igual que la capacidad empresarial. Para él, es más importante el hecho de que el desarrollo depende de la capacidad de movilizar los recursos y capacidades ocultas, dispersas y mal utilizadas. El análisis de Hirschman sobre el desarrollo se centra en la observación de los aspectos sociales y políticos del crecimiento económico, una línea de investigación que encontró su plena expresión en la notable colección de artículos A Bias for Hope: Essays in Development and Latin America (1971).

En 1977 Hirschman publicó Las pasiones y los intereses, un importante libro sobre la historia de las ideas en la que reconstruye la larga secuencia de pensamiento que, iniciada por Maquiavelo, llevó a la doctrina del siglo XVII al predominio de los intereses sobre las pasiones. En la Teoría de los sentimientos morales, A. Smith había colocado los impulsos no económicos al servicio de los económicos, haciéndoles perder la autonomía específica que habían disfrutado con anterioridad. Posteriormente, en La riqueza de las naciones, su análisis se basa en la idea de que los hombres básicamente estaban motivados por el deseo de mejorar sus condiciones económicas. Basados en ello, los seguidores utilitaristas desarrollaron la idea de que incluso la «simpatía» y otros sentimientos morales se podrían definir en sí mismos en relación con el interés propio. Este fue el comienzo de la economía política moderna: una gran conquista intelectual que, sin embargo, trajo consigo una reducción significativa de la esfera de investigación, así como un empobrecimiento de la concepción de la naturaleza humana.

Esta es la primera tesis importante del pensamiento de Hirschman: es necesario gradualmente complejizar la disciplina económica, la cual hasta el momento, ha estado basada en supuestos muy reduccionistas. Esta crítica se dirige principalmente hacia la teoría neoclásica, aunque en sus críticas incluye otros muchos enfoques alternativos, desde los keynesianos a los institucionalistas, o de los marxistas a los neo-institucionalistas. Una característica constante del trabajo de Hirschman es su negativa a respetar los límites tradicionales de la disciplina. Este es el mensaje central de Essays in Trespassing: Economics to Politics and Beyond (1981), un libro que contiene una enérgica invitación, dirigida específicamente a los economistas, a considerar las acciones humanas y todos aquellos comportamientos que no puede encajan en la noción tradicional de «intereses». Aunque no llega a elaborar una teoría al respecto, deja claro que el amor, la benevolencia y el espíritu cívico juegan un papel importante en la economía.

En Shifting Involvements (1982), Hirschman se centró en el problema de las oscilaciones del compromiso humano entre lo privado y lo público. También en “Contra la simplicidad: Tres maneras fáciles de complicar algunas categorías del discurso económico” (1984) retoma el tema de las dificultades y la complejidad del discurso económico (Podéis descargar el artículo en este enlace).  Esta complicación, según Hirschman ocurre cuando se introducen en el ámbito de la disciplina de la economía, dos peculiaridades fundamentales y dos tensiones inherentes a la condición humana. La primera de ellas sería la «auto-reflexión», la «voz», la protesta, en la cual que también se había interesado su obra Exit, Voice and Loyalty: Responses to decline in firms, organizations and states (1970). Y la otra que haría referencia a la distinción entre conducta “instrumental” y “no-instrumental” y entre interés personal y moralidad pública. De esta manera, el problema económico pasaría de una reducción ortodoxa simplista a un principio de maximización restringida.

En fin…

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