Guardas forestales: cuando el lobo está a cargo del rebaño…


Es sabido que los guardas forestales nunca han tenido buena fama en los pueblos de la provincia de León. Hasta hace no tanto, cuando los controles de alcoholemia no eran tan estrictos, el coche de los forestales estaba más tiempo aparcado a la puerta de los bares que recorriendo el monte.

De todos modos, esta ‘mala’ fama de los guardas ya les viene de antiguo. Es posible que esta animadversión de la gente hacia ellos, venga de su cumplimiento del deber y de las multas que ponían cuando se contravenían las leyes forestales. En otros casos, parece que eran los propios guardas los primeros en saltarse la ley, lo cual era doblemente grave.

El 12 de Junio de 1899, el Heraldo de León publicó una noticia sacando al descubierto el caso de un guarda que estafaba a los pueblos. Como es lógico el Distrito Forestal de León hizo averiguaciones y resultó que dicho guarda hacía “una temporada que viene cometiendo los mayores abusos que se pueden maquinar, al autorizar las guías de cortas legales cobra cuantas cantidades puede, los carros de maderas fraudulentas los deja pasar libremente exigiendo cinco pesetas a cada uno según la Clase, y puede, además al ir a los pueblos a los Presidentes de las Juntas Administrativas hace lo propio, y según noticias reservadas, cobra de las mineras de Sabero por dejar libres las apeas cien pesetas cada mes, habiendo sido reprendido por el que suscribe y al continuar lo mismo, tales abusos no se pueden consentir cobrar en despoblado  con amenazas indirectas de no dejarles pasar, se antepone al delito de estafa pudiendo darle el verdadero calificativo de robo, por todo lo cual es acreedor de ponerlo a disposición del Sr. Juez de Instrucción del partido cual se me ordene”.

Estas irregularidades llevaron en 1901 al Inspector Inchaurrandieta de la recién creada la 1ª Inspección de Montes, a interesarse por ese tipo de causas, ya que según rumores que le habían llegado “eran bastante frecuentes en esta provincia”. Pidió la relación de guardas que habían sido procesados en el último quinquenio, y pudo comprobar que había varios empleados que tenían causas pendientes por varios delitos. Así por ejemplo, M. Gómez, sobreguarda había sido denunciado por los vecinos de Llamas de Rueda por cohecho; el capataz E. Pariente por estafas y exacciones ilegales; otro Sobreguarda fue acusado de de suplantar firmas en las licencias de aprovechamientos y de recibir el 10% de las cantidades de los pueblos; a ellos se añadía el aludido V. Soria por la estafa descubierta en la prensa. También aparecen distintos guardas que fueron reprendidos; así por ejemplo, a J. Suárez, guarda de los montes de Villafrea, se le llamó la atención en varias ocasiones por no ejercer la vigilancia debida; a P. Regalado o a J. de la Varga se les reprendió por no cumplir con sus obligaciones; a G. Espina, el cual había denunciado agresiones de los vecinos de un pueblo e incluso un intento de asesinato, se le hizo una acria reprensión por su conducta privada; a T. Díez se le acusó de faltas en el cumplimiento de su deber… es un suma y sigue. De hecho, entre 1901 y 1909 figuran dados de baja 6 peones guardas, los cuales habían sido acusados de distintas irregularidades.

Precisamente, buceando en los legajos del Fondo ICONA del Archivo Histórico Provincial de León, aparecen numerosas quejas y protestas de los pueblos contra el personal de guardería; también aparecen denuncias de la Guardia Civil contra los empleados de la Admón. Forestal o incluso expedientes sancionadores. Acá van algunos otros ejemplos del primer tercio del siglo XX:

– en 1902, el Alcalde de Riaño acusó al Sobreguarda José de Dios de ser el autor de la destrucción de la pesca de los ríos del partido de Riaño;

–  en 1903, el sargento de la Guardia Civil de Riaño descubrió ante la Inspección de Montes al Sobreguarda de montes de esa comarca, Julián Rodríguez, por cobrar de los vecinos y de las empresas mineras por las maderas y leñas extraídas “ilegalmente” de los montes;

– en 1904, S. Domínguez (del 1er grupo Riaño) fue reprendido por tener abandonado el servicio. En 1905 se le llamó la atención por segunda vez por no custodiar con el debido celo los montes de su cargo y por hacer depositarios de los productos cortados fraudulentamente a los mismos autores de la infracción; ese mismo año un mes más tarde fue trasladado a Palacios del Sil, y terminó por entregar la bandolera;

– en 1905, la Jefatura ordenó al Capataz denuncie las infracciones en el monte Acebedo y agregados, de Argovejo, en donde según nota se estaban realizando cortas fraudulentas ante la pasividad de los guardas.

– en 1924 el médico de Brañuelas denunció al Sobreguarda por varios hechos y abusos;

– ese mismo año, en 1924, la Junta vecinal de Valle de las Casas denunció al guarda por cercar un trozo de terreno que era abrevadero de ganados;

– en 1926, se recibió en el Distrito una denuncia de los vecinos de Ferreras de Cepeda, Morriondo y San Feliz contra el capataz por recibir 290 pesetas de estos pueblos;

– en 1934, el Distrito Forestal de León recibió una denuncia anónima contra el Capataz de Boca de Huérgano, I. Gaitero, en la que se le acusaba de mala conducta moral pública y de autorizar cortas de maderas en el monte «Asprón» de Boca de Huérgano y otros tres pueblos. Mandada investigar por el Distrito, se comprobó que una cuadrilla de serradores bajo su autorización había instalado un taller de aserrío en el monte para obtener duelas, cortando los árboles necesarios para ello.

A todo ello también se deberían sumar las denuncias de los vecinos de los pueblos, acusando de irregularidades a los propios empleados del Distrito y cuyo listado es bastante grande. Entre lo denunciado está el cobro irregular de cantidades de dinero a los pueblos, faltas en el cumplimiento de su deber, abusos de autoridad, así como otros delitos y faltas.

En fin. Cada uno saque sus propias conclusiones, pero se entiende un poco mejor la ‘mala fama’ de los forestales ¿no?


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