La misa del Gallo y los versos de los pastores a San Antonio


Ayer, día de Nochebuena, imagino que en muchos pueblos todavía se celebró la misa del Gallo. Antiguamente, además del ramo, era el día que los pastores y pastoras solían ofrecer unos velones a San Antonio.

A cambio de esa oferta, le pedían amparo al Santo recitando unos versos y contándole de cómo les estaba yendo. Era una especie de rendición de cuentas: le detallaban si el año había sido seco, si había habido pestes en el ganado o si había sido bueno. También le explicaban al santo del maltrato de los ‘amos’, de las desventuras de ser pastor y de los peligros a los que se enfrentaban, como el lobo o el mal tiempo.

También en ocasiones, se incluían versos más o menos jocosos aludiendo a situaciones que habían pasado los propios pastores o se deslizaba alguna ‘crítica social’; como es lógico, no se solían exceder ya que todo ello se desarrollaba dentro de la iglesia bajo la mirada del cura y todos los convecinos.

Más allá de la celebración religiosa, como ya contamos en alguna otra entrada del blog, estos pasajes rituales servían para reforzar los lazos comunitarios. Era un momento de celebración, en el que los pastores y pastoras —generalmente muchachos y muchachas jóvenes— eran protagonistas. Y también, hay que recordar que San Antonio era patrón de los animales y nunca estaba de más ‘solicitar’ la protección del santo.

A continuación tenéis los versos de los pastores de un pueblo de La Cepeda a San Antonio. Está sacado de «Cuentos en Dialecto Leonés» de Caitano A. Bardón, y como puede verse está en llionés:

¡Oh S. Antonio benditu!
Santo bienaventurado.
Eiqui venimus las pastoras
que ñus guardéis el ganado,
de lus rucios d’Abril,
y lus torvones de Marzo,
del mercader zangarrián,
aquel del hábito pardo,
que por vallinitas fondas
suele venir rastreando.
Prumeru mira si hay perros,
que le arrumienden el sayo.
Desque vei que nu lus hay,
acumete pal ganado.
Ñus escoge las mujores
y nunca ñus paga un cuarto;
Le mandamus lus menistrus,
y pónse muy enfadado,
y ñus anseña unus dientes,
que se ye corta a una el cuajo.
Desde el teso de las eras
llegamus al Cuesta Barro,
dende allí damus la güelta,
alrudor cun el ganado,
y turnamus pa casina,
onde reñen nuestrus amos,
y on nos repuchan y dicen,
que bouna vida vivamus.
Mujor se la llevan eillus,
junta la llumbre sentados,
cumiendu buenus turreñus,
y eichandu buenus tragos.
Y nusoutras las pastoras
pur el monte trumpicandu,
eiqui cayu de custiellas,
a ende, la banción de un lado,
eiqui, escachu la cabeza,
eilli, discumpongó’n brazu.
¡Oh San Antonio benditu
estos si que son trabayos.

Por último, hay que indicar que, tal y como indica el profesor Joaquín Serrano, es posible que este ‘cantar’ al igual que otros muchos que se cantaban en pueblos de La Cepeda o la ribera del Órbigo hayan salido de la pluma del sacerdote de Antoñan del Valle, Antonino García Álvarez. En su libro «El manuscrito de Antonino García Álvarez (1783-1858). Poeta de la ribera del Órbigo (León)», el profesor Serrano proporciona convincentes detalles de que, efectivamente, este párroco escribía estos versos a demanda de los pueblos de la contorna. Y estos versos de Caitano A. Bardón son una muestra de que los versos se iban incorporando al ‘acervo cultural’ de cada pueblo, manteniéndose durante muchos años.

En fin…

¡Qué pasen unas Felices Navidades y que el 2021 venga cargado de prosperidad!

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