Eterno Teleno


Para muchos leoneses la imagen del monte sagrado de los ástures ha sido una imagen con la que se nace y se muere. La imagen perenne de quien siempre está ahí, una constante vital. Blanco níveo en invierno y morada la faz en otoño por los arándanos. En tiempos lejanos conservaba un par de neveros, incluso bajo el sol canicular, visibles desde más de media provincia, recordatorio de que León era y es una provincia norteña y fría.

Mucho se podría escribir sobre el Teleno, silencioso hito entre el Bierzo, Maragatería y Cabrera. Soberbio siempre en la lejanía, imponente mirador de León. Lógico fue dedicarlo al dios de la guerra. Incluso hoy, con su campo de tiro, hace honor a esa arcaica consagración. Lejana historia de astures con sus petroglifos e ídolos como el de Tabuyo. Hoy luce su mítico nombre en la etiqueta de algún vino o de alguna marca de lencería.

¿Cuánta vida habrá visto pasar su cumbre? Partidas de Cabruagénicos, legiones romanas, maquis de leyenda, aislamiento secular de la Cabrera, degradación pizarrera de la Baña y su entorno –quién sabe si su faz volverá a recuperarse algún día –, éxodo de sus naturales y un sinfín de pasajes poco alegres las más de las veces. Quizá el llanto oculto del Teleno se llame río Eria y, en tiempos lejanos, el canal que conducía el agua hasta las Médulas.

En los buenos tiempos, entiéndase cuando este humilde escribidor era más joven, pocos leoneses que no fueran de la zona, accedían a su cima, cima que presidía desde su lontananza los avatares de la vida leonesa pero que, hasta las nuevas aficiones no trajeron senderismos, montañismo o rutas varias, fue el hierático vecino desconocido. Hoy se ve más frecuentado y no siempre para bien. Su altiva cumbre luce la impudicia humana con desperdicios variados. ¡Cuesta bajar por sus pedregosos canchales los vidrios abandonados en su cumbre!

No es la montaña del Teleno la más alta de León pero quizá sea la más señera de toda la provincia, – incluso por encima de Peña Ubiña – la que más solera e historia atesora. Las vetustas excavaciones auríferas de sus alrededores aún señalan las cicatrices de su pasado. La arquitectura tradicional de sus pueblos aledaños también tiene el sabor de lo genuinamente leonés, sin que tampoco le sean ajenos elementos como las pallozas. ¿Hay quien dé más?

La sierra de Gata se ve flanqueada por una zona deprimida, casi maldita, como son las Hurdes, cuyo nombre, a decir de los lugareños, es de origen leonés. Nuestra sierra del Teleno está flanqueada no por una sino por dos comarcas igualmente deprimidas. Al Sur asienta la Cabrera, las Hurdes leonesas, tierra marginada. Al Norte, la Maragatería que retrató Concha Espina. Maragatos cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, paisaje duro y áspero, sin concesiones. Ambas son León en estado puro.

Habrá que implorar su divina protección para que interceda en su particular Olimpo por la causa leonesa, por el amparo de sus hijos, incluso de aquellos que lo desprecian. Recordarle que él ya era eterno cuando León aún no era nada y seguirá siendo eterno cuando de León ya no quede ni el recuerdo. ¡Pidámosle que nos conceda ser autosuficientes para regirnos por nosotros mismos, sin necesidad de foráneas disposiciones ajenas a nuestros intereses!

Y por último una curiosidad. Todo aquel que visite Astorga en los días más álgidos del invierno habrá podido contemplar la imponente mole nevada del Teleno. Parece como si se pudiera alcanzar su nieve con la mano, y sin embargo, los límites provinciales de Zamora y Orense se encuentran más próximos a él que “Astúrica Augusta” ¿Curioso verdad?

 

Artículo de Urbicum Flumen

La foto que acompaña la entrada es de Roteiros Galegos on Foter.com / CC BY-NC-SA

Una pincelada de verde


A veces el progreso trae consecuencias colaterales dramáticas alguna de las cuales está empezando a mostrar una virulencia preocupante y hasta peligrosa, tanto que pueden llegar a hipotecar la vida en la Tierra. No parezcan catastrofistas o exageradas estas consideraciones porque la realidad, en este caso, supera las palabras e incluso las más sombrías expectativas.

Nos estamos refiriendo al envenenamiento masivo y progresivo del planeta por la contaminación más siniestra jamás imaginada: los plásticos. Tal vez el Apocalipsis del que habla la Biblia no sea una épica hecatombe nuclear o un cataclismo trágico de magnitudes cósmicas, tal vez sea final tan poco glorioso como perecer sepultados bajo la inmundicia de ingentes cantidades de plástico usado.

El plástico industrial, el que hoy conocemos, es un invento del siglo XX que no conoció su auge hasta finalizada la segunda guerra mundial, sufriendo desde entonces un desarrollo vertiginoso que llevó su producción al orden de millones de toneladas al año. Pocos objetos hoy son concebibles sin el concurso del plástico en su fabricación. Miles de años de civilización no llegaron a ocasionar un acumulo de desperdicios como el que ha producido este material en poco más de cincuenta años.

El mercantilismo salvaje ha llevado su uso hasta límites insospechados. Nada parece tentador a presentarse en el mercado si no va recubierto por varias capas de embalaje plástico, material de uso único y perfectamente prescindible, pero que el marketing y la voracidad comercial han impuesto con notable perjuicio para el medio ambiente.

Que los plásticos han supuesto portentosos avances para la humanidad es innegable, pero corremos el riesgo de que tambien pudiera acabar con ella en un plazo no muy lejano, y en este viaje al reino de Hades muchas otras especies, animales y vegetales, podrían acompañarnos. El gran inconveniente de este material es su prolongada vida media que se puede cifrar en algunos casos en cientos de años para plásticos muy resistentes.

Este producto lo está colonizando todo, no hay ambiente al que no haya llegado. Los ríos lucen plásticos pendiendo de las ramas en la vegetación ribereña incluso en su curso más alto. El mismo Everest acumula enormes cantidades, tierras de labor, cunetas, entornos urbanos y rurales, nadie escapa de su influjo. Playas y mares están atiborrándose de bolsas, botellas, envases, cabos y malla de redes. Se dice que el Pacífico tiene un acumulo de desperdicios plásticos con una extensión similar a la de España. Imágenes de países asiáticos con playas donde el agua desaparece bajo un manto plástico, resultan espeluznantes.

Más no se reduce el problema a la parte que podemos visualizar. Ya es frecuente ver grandes cetáceos muertos por la ingesta brutal de plástico a la deriva, solo apreciable en su necropsia. Item, los análisis de moluscos filtradores como mejillones, berberechos, almejas, etc ya muestran microplásticos en su organismo, paso previo a la ingesta por consumidores humanos como tú.

Hay geles de baño y dentífricos con nanopártículas de plástico que escurren por el desagüe de lavabos y bañeras. A mayor abundamiento, las inmundicias resultante de las lavadoras llevan además de detergente microfibras de plástico, componente de nuestra ropa habitual, basada en buena medida en tejidos plásticos como por ejemplo los forros polares.

El problema es tan grave que las distintas administraciones, excepción hecha de las negacionistas o países en vías de desarrollo que desprecian las posibles derivadas de su eclosión, empiezan a tomar conciencia del problema colosal que se nos ha presentado por la desidia y el desprecio a la naturaleza y que todo lo impregna. La Unión Europea quiere imponer severas restricciones a envases, utensilios y envoltorios de un solo uso en los dos próximos años.

León tiene una oportunidad magnífica de adelantarse a toda la Unión Europea en el combate frente a esta plaga del siglo XXI y demostrar así que somos acreedores de las más altas distinciones al ser un viejo país integrado en España pero con sus señas de identidad perennes y reconocibles, merecedores de una autonomía propia pendiente. Estamos en un momento de especial sensibilización en la opinión publica acerca de los problemas derivados del uso indiscriminado del plástico. ¿Que tal si fuéramos los pioneros en dejar nuestros ríos con sus orillas limpias de plásticos, así como cunetas, fincas, parajes humanizados, calles, ciudades? ¿Alguien conoce alguna propaganda mejor para León? Y sólo necesitamos del concurso de TODOS los leoneses, o la parte sensible de ellos.

Urbicum Fluminem, junio de 2019

Avanzamos poco


Consuela, y no poco, escribir y saber que otras personas, que hasta desde Salamanca, comparten tus mismas ideas acerca de la concepción de León. Cuando decimos León no lo hacemos con el nombre reducido a la provincia sino en la forma explicita de la región, pero tal como ocurre cuando se menciona el país Valencià que acoge Alicante, Castellón y Valencia, igual pasa con León en su forma extendida. Más madrastra que madre sería León si no reconociera a Zamora y Salamanca como partes de un mismo cuerpo.

Hecha esta puntualización pasamos al tema que nos interesa señalar hoy. El pasado día 23 de abril se ha conmemorado la Batalla de Villalar donde los supremacistas castellanos y algunos leoneses como Ramiro Nuñez de Guzmán – ¿qué se le habría perdido allí? – sufrieron una calamitosa derrota que llevó a muchos de ellos al patíbulo. A falta de otras epopeyas que celebrar, los castellanos han impuesto tal efemérides, no sabemos si con la pleitesía de la aristocracia política leonesa, como el día de la fiesta de la Comunidad.

En un principio, fervorosos leoneses se desplazaban en autobuses, puestos gratuitamente a tal efecto, para celebrar la festividad a las campas de Villalar, sin duda muy ajenos a los motivos inconfesables de D. Ramiro Nuñez de Guzmán. Hoy es un día anodino donde el espíritu castellano-leonés brilla por su ausencia en León y, a decir de algunas crónicas, también en el resto de las provincias que no acaban de creer que haya la más mínima cohesión entre ellas que la que puramente supone la dependencia administrativa. Ese espíritu es sólo nominal, inconsistente.

En León podríamos señalar como fecha de más rango que un rey de León, aunque nacido a orillas de río Bermaña en Caldas de Reis (Pontevedra) se proclamaba un 26 de mayo de 1135 como Imperator Totius Hispaniae, es decir tanto como el único emperador nacido en España y al que rindieron pleitesía incluso nobles franceses. Por poner sólo un ejemplo, pero tenemos más: Cortes en León o Benavente, Universidad de Salamanca, Fuero de León, etc.

Pues con todo, un periódico de León publicó ese mismo día 23 lo siguiente: “La ciudadanía de la provincia León se siente más leonesa que otra cosa«. ¿Hasta ahí bien, verdad? Pero continua: “A poca distancia se sitúa el sentimiento de ser castellanoleoneses, que si lo sumamos al sentimiento de leoneses que sólo se sienten castellanos, superan las expectativas de los que sólo nos sentimos leoneses«. ¿Mal, no? ¡Es lo que hay!

¿Conclusiones? Varias: Primera, falta una labor pedagógica, divulgadora e informativa, trabajo de historiadores, universidad, medios informativos, etc. Segunda: Falta de canalización política o al menos de asociaciones que sientan los colores y estén dispuestas a defender decididamente la condición leonesa. Tercera: Falta tener una opinión pública concienciada, formada y combativa. ¿Quedan voluntarios?

¡Seamos un poco serios! ¿De que sirven los desfiles de pendones de Castrotierra a Astorga, ida y vuelta, la romería de San Froilán y otras festividades como la de las cien doncellas y otras de inequívoco sabor propio? ¿Tan sólo de folklore? ¿Ahí se queda todo? ¿Un simple despliegue para la foto o la televisión autonómica que define todo lo leonés como castellano? ¿Un mero cacareo de lo que podemos alcanzar pero no vamos a irritar a nadie, no vaya a ser que nos represalien?

¿Donde está el espíritu combativo de los leoneses que recuperaron Magerit, hoy Madrid? ¿Donde la resistencia astur? ¿Tan bajo hemos caído que ya no nos queda ni la dignidad de honrar a nuestros gloriosos, sí, gloriosos he dicho, antepasados? Ya sabemos que también hay pasajes y paisanajes penosos de nuestra historia, pero es la nuestra, nosotros somos sus herederos, para lo buenos y para lo malo.

¿Alguien ha pensado en el papelón que estamos haciendo frente a esos leoneses que viven en el límite sur, rayando con Extremadura? ¿Alguien cree que nos van a ver como continuadores de un estado independiente, con personalidad? Desde estas humildes líneas y aún sin atribuciones para ello, queremos pedir disculpas a esos leoneses del Sur por la ignavia de los leoneses del Norte incapaces de defender su tierra y su condición.

Nada nuevo por otra parte. Hace muchos años cuando León no tenía universidad propia, pertenecía a la Universidad de Oviedo, se planteó una huelga que desde León no se siguió. Las autoridades académicas asturianas contrariadas mandaron un telegrama diciendo a ver si tenían que mandar un vagón de grano y ahí seguimos. Como gallinas.

Leoneses hay, como dijo un político cordobés, capaces de enfrentarse a un toro, pero impedidos para mirar por su tierra, su pasado, su futuro y lo que es peor, su honra. Se erigen estatuas a Alfonso IX, último rey leonés, en Badajoz a la vez que en León. El postigo de la traición ha pasado a ser el postigo de la lealtad en Zamora. Oporto luce a Alfonso VII de León recibiendo a Egas Moniz desde hace décadas, etc. ¿Y en León que tenemos? Un León naif oxidado frente a la plaza de toros. “Sed tibi terra levis”.

 

Urbicum Fluminem, junio de 2019

León y la perdiz


Hubo un tiempo en que en León fueron abundantes las perdices, ave de trapío que cumple con el patriótico rito, no patriotero, de que “donde nace, muere”, sobreponiéndose a a la dureza de una tierra áspera como la nuestra. Otra curiosidad de esta especie es que, cuando campea orgullosa con su pollada de pocos días de vida y esta ha de dispersarse o mimetizarse con el terreno ante cualquier amenaza, mamá perdiz, conjurado ya el peligro, llama con insistencia para reunir sus polluelos y continuar con las peripecias de su siempre azarosa existencia.

Magnífico ejemplo de abnegación e instinto de protección de los suyos. Nada mal le estaría a León tomar buena nota de la naturaleza e hiciera otro tanto con sus hijos dispersos por el mundo, ya que como madrastra y no como madre, ve partir a muchos de ellos sin ofrecerles una alternativa viable.

La continua sangría de leoneses, diáspora perpetua de jóvenes que buscan horizontes, a veces lejanos, no sólo esta vaciando la provincia sino que la está dejando sin la savia nueva, sin los retoños y pimpollos que pasan a adornar tierras ajenas. Es cierto que León es tierra dura y que se muestra esquiva para que se acomoden en ella sus naturales, pero no es menos cierto que parece que a veces las “fuerzas vivas” de la provincia, se complacieran con este éxodo o al menos se mostraran insensibles a este fenómeno que ya se ha cronificado entre nosotros.

Este proceder, este error de estrategia a largo plazo resultará si no letal si muy oneroso para los haberes del reino. León “exporta” sobre todo personas con formación, formación que resulta gravosa a sus respectivas familias para que después el producto de su esfuerzo se vaya a otros lugares, privando a su tierra natal de los beneficios de su trabajo si éste se sustanciara en su tierra. No se escuchan quejas del trabajo de los leoneses fuera aunque son prácticamente ignorados dentro.

Por eso es prioritario, vital, hoy que se habla de la fuga de cerebros que, a quien compete, asir las riendas de una vez y detener la hemorragia de de emigrantes patrios y hacer lo posible y hasta lo imposible para detener primero y revertir después esta fatídica tendencia. Hay que crear las condiciones óptimas para que regrese la mayoría de los “exiliados laborales”. León necesita, como el aire que respira, tener agentes sociales concienciados que sientan la llamada de la sangre y clamen por sus hijos y hermanos. Si así lo hicieren, el cielo se lo premie, si no, merezcan el desprecio y el castigo de aquellos sus paisanos a los que ignoran y desprecian.

De todos modos, como la confianza en que tal cosa ocurra, es más bien escasa, sirvan estas letras como vulgar canto de perdiz solitaria que desde un leve altozano clama y reclama que los hijos de León retornen a su tierra.

Urbicum Fluminem, enero de 2019

Photo by trebol_a on Foter.com / CC BY-NC-SA

Mastín Leonés vs. Español


Que León pinta poco en el panorama nacional lo demuestra el hecho de que se haya dejado perder la denominación de uno de los rasgos distintivos de León. Nos estamos refiriendo a una mítica raza canina de inconfundible sello leonino: el mastín leonés que ¡pobrecito mío! ha sido despojado de su gentilicio y ha sido rebautizado como…¡¡Mastín español!! ¿Hay quien de más? ¿Sería extranjero antes?

Este hecho no supone novedad alguna y es que por enésima vez hay una mano misteriosa que estuviera empeñada en erradicar cualquier reminiscencia de todo lo que recuerde a León. Una evidencia más de la desidia de esta tierra que tolera con resignación estos desaires. Oremos porque nuestra Facultad de Veterinaria no haya tomado parte en este dislate.

León puede acreditar como propias dos razas caninas exclusivas dentro del panorama cinológico nacional, una es el Carea leonés —veremos por cuanto tiempo conserva su toponimia sin difuminarse entre la amalgama hispana— y la otra es el mastín leonés, el de siempre.

Volviendo al mastín leonés —perdón, español, es que cuesta cambiar los términos de un acervo secular— es éste un can que, para cualquiera de nosotros tiene reminiscencias pastoriles. Cualquier ribereño del Órbigo guarda en su retina los desplazamientos de grandes rebaños de merinas conducidos por el avispado ojo de los careas y escoltados por la imagen cansina y cachazuda de los mastines.

Sin embargo las apariencias a veces son engañosas, bajo ese aspecto de animal lento y pesado se oculta un animal seleccionado desde la rama de los Molosos y cuya selección fue a propósito de vérselas con formidables adversarios de la talla de lobos y osos que acometían a los rebaños de ovejas. La imagen del mastín con “carrancas” hoy casi perdida, atestiguan un pasado violento y poco tranquilizador para estos sufridos chuchos.

La trashumancia por la cañada leonesa que llegaba a Extremadura, trajo como consecuencia que en ese territorio, llegaran y se quedaran representantes de esta raza genuinamente nuestra, apareciendo líneas morfológicas que presentan mínimas variaciones en su fisonomía. Estos perros son el testigo fiel del pasado pujante de una antigua estructura social como fue la del Reino de León.

Comparte nuestro mastín parentesco con otra variante de mastines, el mastín de los Pirineos. Esta raza surgió en Aragón. No le cupo a nuestro mastín nacer en una tierra con los mismos privilegios que su pariente, ni tan siquiera le han dejado el nombre, si bien al de los Pirineos le han privado de su condición de españolidad y lo han relegado a pirenáico. Un apátrida. A este desdichado le han dado carta de extranjería. Después el paisanaje se queja de que haya regiones con pretensiones secesionistas, como si no hubiera quien las está expulsando cada vez que puede.

Para terminar, y con la venia de los pastores de la montaña avencidados en nuestra comarca y criadores locales de la raza, unos breves apuntes: Esta raza tiene dos líneas, de trabajo y de belleza, cada una con sus particularidades. Es el perro de mayor talla de España. Representa la esencia de León, pacífico si no llega el caso y fuerte y duro en la pelea. Es fiel al dueño y a pesar de su talla, afectuoso para los niños y, en su origen es… ¡¡ Exclusivamente nuestro!!

¡Larga vida al mastín leonés!

Urbicum Fluminem

La foto de la cabecera es de Juan Ramón Lueje, coloreada por Antonio Aláiz

Más embalses en el Órbigo


Se publicó hace un tiempo que se van a construir otros dos nuevos embalses en el río Órbigo cercanos a Carrizo de la Ribera. Como los leoneses somos algo “dejaos”, tal vez pocas personas, excepción hecha de los propietarios, que se verán afectados por perder sus tierras, ¡cabe suponer! tal vez la noticia nos haya dejado impasibles – la indolencia de León ya es proverbial seña de identidad fuera de nuestras fronteras–. Sin embargo quizá sería bueno hacer no pocas consideraciones al respecto, preguntas todas que, sólo en León se deberían responder.

Veamos: ¿Son realmente necesarios estos embalses? ¿No habíamos quedado que con el nuevo sistema de riego con hidrantes, el ahorro de agua iba a ser espectacular? ¿No hay suficiente agua del Órbigo con los embalses existentes y el caudal habitual? ¿Las zonas limítrofes con el área de irrigación del agua del Esla, por ejemplo, no pueden subvenir el déficit hídrico cuando hay agua de riego para provincias vecinas? ¿Serán los últimos embalses o seguiremos anegando más valles para incrementar las reservas hídricas? ¿No estaremos sobredimensionando el número de presas y embalses en la provincia de León? ¿Cual será el rendimiento que va a tener esta provincia con la continua política de inundar territorio y más territorio? ¿Desaparecerá para siempre la amenaza de sepultar el valle del Omaña bajo las aguas? ¿Que organismo y que repercusión sobre las arcas leonesas (puestos de trabajo, lugar de tributación fiscal, I.V.A. etc) tendrá la gestión de dichos embalses? ¿No sería más que aconsejable que el escarnio de Riaño fuera el postrero episodio de embalsamientos en León? ¿Se ha consultado con la ciudadanía y se han dado las explicaciones pertinentes o como siempre se hace todo por el democrático modo de ordeno, mando y hago saber? ¿ Recordando Lemoniz o Itoiz, se atreverían con la misma alegría sus promotores si ambos embalses hubieran de construírse trescientos kilómetros más al Este? ¿Son las necesidades más apremiantes de esta cuenca fluvial? ¿Merece la pena hacer desaparecer para siempre estas zonas?

Cuestiones todas, se entiende, que merecerían cumplida respuesta. Y por último la más inquietante de todas las preguntas ¿Este asunto preocupa a alguien en León? Porque tal vez sea ocioso plantearse las demás, soslayando así ejercicios de elucubración, y cargos de conciencia, si la respuesta de la ciudadanía a ésta última pregunta es…

“A NADIE”

 

Urbicum Fluminem, junio de 2018

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