El auge de la producción mantequera en la montaña leonesa (1915-1936)


El embrión de la moderna industria láctea y mantequera en la montaña leonesa se sitúa en los años finales del siglo XIX en la zona de Laciana, con las Escuelas Sierra-Pambley, como ya se señaló. Aunque la primera asociación cooperativa creada en 1896 fracasó debido a la competencia de la lechería de Villager, propiedad de un antiguo alumno de las Escuelas, Marcelino Arias, y a que los ganaderos no se comprometían a entregar leche durante los inviernos[1], en 1915 fue establecida de nuevo la Cooperativa mantequera, convirtiéndose la iniciativa en un éxito. De los 38 ganaderos que iniciaron la aventura cooperativa en 1915 aportando 65.000 pesetas de capital, se pasó a 246 asociados 5 años después (Alvarado, 1923: 9). No sólo en muy pocos años los ganaderos amortizaron los gastos de construcción e instalación de la fábrica sino que recibían un mejor precio de la leche; deducidos los gastos de instalación de la fábrica y de las estaciones de desnate, los ganaderos de la Cooperativa Lacianiega obtenían una remuneración neta por litro de leche de 18 céntimos, frente a los 14 céntimos que ofrecía el principal industrial local, Marcelino Rubio (Alvarado, 1923: 10). A raíz de esta iniciativa, la montaña leonesa se llenó de fábricas; así, hacía 1933 en León se contabilizaban más de 23 fábricas de manteca y queso, con 53 obreros y 4.600.000 litros de leche procesada, tal y como se aprecia en el siguiente cuadro:

Aunque las cifras son importantes, cabe notar que las estadísticas sobre producciones no son demasiado fiables al provenir de una fuente fiscal; podría haber ocultamiento, entre otras razones porque la elaboración de manteca era una actividad estacional. Sí que parece claro que las producciones alcanzaron sus niveles más altos a mediados de los años 20 del siglo pasado, dedicándose unos 6,1 millones de litros a la fabricación de manteca fabricándose un poco más de 300.000 kilogramos (Medina Bravo, 1930: 116; GEHR, 1991; Asociación General de Ganaderos, 1930). A la inexactitud de las estadísticas se añade que una parte de manteca o la leche producida en la montaña leonesa abastecía a los fabricantes asturianos[2]. Conviene puntualizar también que la industria mantequera estaba circunscrita a unos pocos municipios montañeses pudiendo las estadísticas y los datos agregados a nivel provincial despistar un poco. Si nos atenemos a ellos, se observa que mientras que en provincias como Guipúzcoa se ordeñaba el 57% de la población bovina o en Asturias el 42%, en la provincia de León únicamente el 16% de las vacas eran de ordeño, siendo la media nacional en España del 20,8% (Asociación General del Ganaderos, 1930). Igualmente a nivel agregado, la producción media de por cabeza de vacuno era muy baja en la provincia de León; 659 litros anuales por cabeza frente a los 3.027 de provincias limítrofes como Valladolid (Asociación General de Ganaderos, 1930: 35).

Atendiendo al Cuadro 2, llama la atención únicamente unos pocos productores aparezcan como cooperativas, siendo necesario realizar varias precisiones al respecto. Una es que cada cooperativa agrupaba a diversas localidades; así por ejemplo, la Cooperativa Lacianiega la fábrica estaba en Villablino, aunque en los pueblos aledaños había varias estaciones de desnate, que funcionaban de forma cooperativa. Otra es que, aunque los industriales fuesen particulares, los producción solía ser cooperativa[3]; en ocasiones, los industriales instalaban desnatadoras en casa de un ganadero donde entregaban la leche el resto de vecinos (Langreo, 1995: 300); en otros casos los vecinos elaboraban la manteca en lecherías comunales siendo vendida en bloques de 20 kilogramos a empresas que llevaban la producción a la capital de la provincia o a Madrid (Martín Galindo, 1961: 203). Una tercera precisión tiene que ver con las fuentes: por un lado, como ya señalé, se están manejando fuentes fiscales donde se supone hay ocultación; por otro, únicamente aparecen los “productores” existentes entre 1926 y 1928. Por diversos testimonios, como Martín Galindo (1961), sabemos que el cooperativismo recibió un fuerte impulso con la II República y la labor de las Juntas de Fomento Pecuario que a partir de 1933 “empezaron a propagar la colectivización”; así por ejemplo en 1932 en el municipio de Palacios del Sil fueron creadas 3 nuevas cooperativas en los pueblos de Matalavilla, Salentinos y Salientes y otras 3 en el municipio de Rodiezmo[4]; también en la zona de Valdeburón en 1936 había 2 cooperativas en las localidades de Acebedo y La Uña (Martín Galindo (1961: 203). Aunque siendo imposible saber el número exacto de cooperativas que funcionaban en la montaña leonesa, estos datos parece contradecir a la Asociación General de Ganaderos (1930: 69) que afirmaba que sobraban “dedos en las manos para contar las sociedades cooperativas dedicadas a la elaboración de productos lácticos”. Comparadas las cifras con otros países europeos, la industria mantequera podría parece algo anecdótico, sin embargo hay que tener en cuenta que estos cambios ocurrieron en poco más de 20 años, entre 1915 y 1936, y sin duda mejoraron el ingreso y el nivel de vida en estas comarcas montañesas, iniciándose con ellos la industrialización del sector lácteo en León.

Tanto el funcionamiento de las cooperativas como de las lecherías comunales era muy similar. En cada una de ellas había un empleado encargado de recibir la leche, que en presencia de uno de sus miembros, medía y analizaba la que llevan los socios, entregándoles un vale con el número de litros, porcentaje en grasa y precio. Cada vecino poseía un frasco numerado para los análisis pertinentes y una libreta en donde el dependiente apuntaba los litros entregados. Una vez obtenida la manteca, a cada socio le era devuelta diariamente la “debura” que le correspondía, la cual solía ser utilizada para alimentar los cerdos. A finales de mes, cuando las cooperativas recibían la liquidación de las ventas realizadas, la junta directiva liquidaba el importe de las ventas a cada uno de los socios (Martín Galindo, 1961).

Tal y como se aprecia en el Cuadro 2, el principal fabricante de manteca es Marcelino Rubio, el cual había heredado de su padre el oficio y la lechería y de su suegro una importante cantidad de manteca (Reguero, 2009 y 2011: 222-8). Un aspecto destacado de su biografía es fue alumno de las Escuelas Sierra-Pambley y recibió ayuda de los profesores de lechería para montar una lechería moderna, tal y como queda documentado en una de las memorias de la Escuela:

El hecho de la lechería de Villager nos llena de orgullo y es de tanta importancia para el país (…). Hace un año comenzó La Laceana trabajando 90 litros diarios y hoy trabaja 800 y pronto trabajará 1.500 ó 2.000. A los pocos meses de fundarse hubo que traer una mantequera mayor y hoy tiene instalada una nueva centrífuga o desnatadora que desnata 400 litros por hora. Toda la manteca que trabaja dicha fábrica la vende fresca a buen precio (…). El público está entusiasmado y llevan hoy leche á la fábrica gentes de Orallo, Caboalles de Abajo, Llamas y los Rabanales, todo el pueblo de Villager, de San Miguel y de Villablino, y además en caballerías ó carros va la de Sosas y Rioscuro recogida por lecheros pagados por la fábrica[5].

Este industrial, con negocios en Asturias (Langreo 1995: 332-4), siguió los métodos impulsados en las Escuelas Sierra-Pambley apostando por producciones de calidad. Para mejorar los procedimientos de fabricación envió a sus hijos a estudiar a Francia y se implicó en la mejora del ganado vacuno local y de la producción de manteca y queso como atestiguan los numerosos premios recibidos en los concursos de ganado y las medallas de Exposiciones Nacionales e Internacionales en las que participó (Reguero, 2009: 216 y 2011: 230; Langreo, 1995: 332-4). Comercializó quesos, mantecas y leche condensada bajo diversas marcas, y en los años 20 del siglo pasado instaló en Madrid un establecimiento llamado Mantequerías Leonesas donde vendía la manteca de Laciana (Reguero 2009: 221 y 2011); negocio continuado por sus hijos que llegaron a tener una treintena de establecimientos en las principales ciudades españolas. Junto con Marcelino Rubio destacan otros fabricantes de manteca, también industriales del sector lácteo, como Manuel Lorenzana o G. Martín Granizo, los cuales en 1945 se unieron con los herederos de Marcelino Rubio, bajo la razón social «Industrias Lácteas Leonesas S.A.» (ILLSA) la cual sería durante muchos años la principal industria láctea de la provincia (COCIL, 1957) con fábricas en León, Hospital de Órbigo (León), Cancienes (Asturias) y Reme (Lugo) y que en 1968 fue comprada por la multinacional americana Kraft Foods.

Decía Martín Galindo (1961: 202-3) que antes de la Guerra civil española (1936-1939) prácticamente había una cooperativa en cada pueblo de la montaña leonesa, y que a causa de la escasez de la guerra y la posguerra el movimiento cooperativo quedó casi totalmente paralizado; en cierta manera los cambios que se estaban dando se vieron estrangulado por los condicionantes energéticos impuestos, la vuelta de gente al campo o por las producciones orientadas al autoconsumo que implicaron a su vez cambios en la cabaña ganadera. Sin embargo hay testimonios que indican que durante los años de la autarquía se siguió produciendo manteca en abundancia, ya que por ejemplo en 1944 en el partido judicial de Murias de Paredes había 41 fábricas de manteca[6].

[1] AFSP, Legajo 5. “Memoria del año 1896-97”. Todos los avatares de la puesta en marcha de la Cooperativa y del funcionamiento de la escuela se pueden documentar en el Archivo de Fundación «Sierra Pambley», donde están depositadas las memorias anuales; véase también Cantón Mayo (1995: 263-267) y Reguero (2009).
[2] Este era el caso del fabricante asturiano Benigno Domínguez Gil que a principios del siglo XX poseía 2 fábricas en La Robla y Lillo (Langreo, 1995: 107) o la Mantequera Asturiana, SA que tenía una fábrica en Villamanín tal como se afirma en “Las industrias de la leche. Su progreso en España” publicado en La Industria Pecuaria en 1914, pp. 40-1.
[3] En el artículo publicado el 4 de septiembre de 1932 en La Semana Veterinaria (p. 609), aparece la reseña de un viaje de estudios donde se dice “visitamos la renombrada fábrica de manteca de don Marcelino Rubio Rodríguez, hombre que desde hace treinta y cuatro años que la puso, no ha cesado en tal empresa y en la actualidad dice que posee 46 más, habiendo creado por otra parte 60 Cooperativas mantequeras”.
[4] AHML, Secretaría (Inspección Industrial). Legajos 1.234 a 1245. “Estadística Industrial, 1924-1933”.
[5] AFSP, Legajo 7. “Memoria del curso de 1899 a 1900”.
[6] AHPL – Mapa de Abastecimientos y Transportes.

Texto reproducido con permiso del autor.

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