Las campañas de saneamiento: más leña al fuego…


Parece que el artículo de principios de esta semana levantó ampollas entre el colectivo veterinario. Alguno de ellos dejaron comentarios en el blog tachándome de ignorante. Con este ‘argumento ad hominem’ intentaban desacreditar lo que se decía, pero sin ofrecer ningún argumento o dato que refute lo dicho. Pero ¡cuánto saben estos veterinarios!

Aún así, considero conveniente hacer algunas puntualizaciones respecto a lo ya dicho.

Una de las precisiones es respecto a las estadísticas ganaderas. El hecho cierto es que entre 1985 y 1992 la cabaña de vacuno en la provincia de León se redujo en un 40%. Lo que se deja caer en el anterior artículo es que podría haber una relación casual entre la disminución del número de ganados y la puesta en marcha de las campañas de saneamiento ganadero. Los indicios son fuertes, y una posible hipótesis de partida es que una de las causas de disminución del ganado fueron estas campañas.

Ahora bien, cualquier hipótesis ha de ser validada, y para ello sería preciso conocer: (i) número total de animales sacrificados; (ii) porcentaje de animales sanos sacrificados en relación a animales enfermos. Con estos datos en la mano, se podría ver en qué medida las campañas de saneamiento han sido responsables de la mentada reducción. De lo momento lo que hay son fundadas sospechas.

Lo que sí es una certeza es que las campañas de saneamiento han sido un éxito, y así por ejemplo, en Castilla y León en brucelosis bovina no se ha detectado ninguna explotación positiva en 2018, por lo que la Comunidad contará este año con cinco provincias ya declaradas libres de esta enfermedad por la Unión Europea, tal y como se puede leer en esta noticia.

Ahora bien, acá viene una segunda reflexión / puntualización y es si el fin justifica los medios. Volviendo al ejemplo de Fidel, el ganadero de Cabuérniga, considerando que le obligaron a sacrificar 53 animales sanos por un positivo, ¿son necesarias medidas tan drásticas y tan lesivas para un ganadero? Visto lo que hubo, uno podría pensar (de nuevo) que detrás de estas campañas hay otros intereses espurios. A bote pronto, la pregunta es: ¿no debería ser la Administración también garante de los derechos de los ganaderos, no sólo de los consumidores? Y ya ni hablamos de los derechos de los animales.

Es obvio que el artículo anterior buscaba la polémica, pero teniendo en cuenta el caso de Fidel un tema serio para la reflexión es hasta dónde se puede llegar en la búsqueda del bien común. Se han hecho barbaridades en aras del bien común, y un buen ejemplo es Riaño que, para favorecer a unos pocos regantes y a las empresas eléctricas, se condenó a muerte a todo un valle, como ya explicamos acá. No siempre cabe pensar en el bien común, sino también en que no se lesionen derechos fundamentales de los afectados.

Una tercera reflexión surge en relación a la diferencia entre valor y precio. Cuando a un ganadero lo obligan a sacrificar a toda su ganadería, el valor del ganado no es igual al precio fijado por la Administración. Durante años el ganadero ha venido seleccionando ese ganado y lo ha ido enseñando y además conoce las características de cada animal (p.e., si tiene partos complicados, si cría bien, etc). Todos esos conocimientos se pierden y nadie se los paga… lo obligan a empezar de nuevo; otro ejemplo, una vaca puede ser vieja pero puede ser valiosa porque guía a las otras o está enseñada para el yugo o el carro. Eso tampoco te lo compensan… Y los veterinarios deberían saber que no es lo mismo valor que precio.

No me extiendo más. Aún así sigo manteniendo que: (i) la entrada de España en la CEE y las políticas puestas en marcha para adaptarse al mercado único fueron un desastre para las provincias del Norte y Noroeste de España; a ello se añade que la entrada en el Euro y el sistema perverso de subvenciones puesto en marcha fueron la puntilla a la agricultura y ganadería tradicional; (ii) las campañas de saneamiento ganadero se han realizado de forma opaca, sin facilitar información y estadísticas de los resultados en relación a reses sacrificadas; y (iii) el fin no justifica los medios y la Administración debe proteger los intereses de las minorías y los menos pudientes, como los pequeños productores.

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Las campañas de saneamiento ganadero: peores que lobos…


Hace unas semanas preparando un pequeño artículo de opinión sobre el declive de la provincia de León buscaba datos sobre la evolución de la cabaña ganadera cuando me encontré con un dato sorprendente.

Revisando las estadísticas ganaderas resulta que en 1985, justo un año antes de entrar en la Comunidad Económica Europea, había en la provincia de León 173.278 cabezas de ganado bovino. Unos pocos años más tarde el número de animales se había reducido en casi un 40%; concretamente en 1992 la cabaña de bovino estaba en 110.754 cabezas; haciendo números, resulta que en apenas 7 años se contabilizaban 65.524 animales menos.

Me acordé que en aquellos años la Junta de Castilla y León puso en marcha diversas campañas de saneamiento ganadero. Como recordarán muchos lectores de este blog, los veterinarios de la Junta visitaban las explotaciones y todos los animales que daban positivo a la brucelosis o a la tuberculosis debían ser sacrificados en el plazo de un mes. Al ganadero lo indemnizaban con las cantidades que establecía la ley, aunque lo pagado estaba muy por debajo del precio de mercado. Además, lo curioso es que estas reses ‘enfermas’ se podían destinar al consumo humano.

Cabe recordar que con la entrada en la CEE en 1986, las provincias del Norte y Noroeste de España tuvieron la mala suerte de que el vacuno y los lácteos fuesen producciones excedentarias. Además era complicado competir con países como Holanda, Alemania o Francia. Por estos motivos, como solución se pensó en reducir el número de explotaciones ganaderas (y de cabezas de ganado) y se dieron ayudas a los ganaderos para que abandonaran la actividad.

Es posible que las ayudas contribuyesen a disminuir el número de animales, pero reducir la cabaña de bovino en una tercera parte en tan pocos años, es sospechoso… Humm, diría que algo huele mal en toda esta historia. Tengo la intuición de que estas campañas ganaderas fueron la ‘excusa’ para reducir los ‘excedentes ganaderos», aunque no tengo pruebas. En relación a ello, me hubiese gustado saber cuántas reses fueron sacrificadas, por ejemplo, en la provincia de León en el marco de estas campañas de ‘mejora de la cabaña ganadera’, pero no encontré estadísticas. Intuyo que esta estadística de animales sacrificados nunca se hizo pública. Ni se hará.

Mi teoría es que las campañas de saneamiento fueron armadas por los tecnócratas de la Junta de Castilla y León para obligar por la fuerza a los ganaderos a ‘deshacerse’ de los animales. «No queréis cerrar la explotación por las buenas, pues por las malas. Ahí os mandamos a los veterinarios…«. Yo recuerdo cómo fue la historia en mi pueblo, y resulta sumamente curioso que al principio únicamente saliesen ‘malas’ las vacas de los jubilados, después a los del bar, después ya le podían salir malas a cualquiera. El caso es que en tres o cuatro campañas, más de la mitad de las vacas desfilaron camino al matadero. Además en muchos casos, sorprendentemente, las que salían brucelosas o tuberculosas eran las mejores novillas de la cuadra.

Imagino que en Galicia, Asturias o Cantabria, pasó lo mismo, o algo parecido…

Todo muy sospechoso… pero el caso es que los veterinarios iban a full (a saco), como lobos en el rebaño. Parecía que todo se hacía con alevosía y maldad. Se cometieron muchas injusticias y, al escribir esta palabra, me viene a la cabeza la historia de Fidel González, de Cabuérniga (Cantabria), a quien en 2017 le obligaron a sacrificar 53 vacas sanas, porque uno de los animales había dado positivo por brucelosis. Con todos los medios que hay ¿era necesaria esa medida? ¿dónde están los derechos de Fidel? ¿acaso este ganadero no tiene derecho al trabajo, a la propiedad, a la seguridad jurídica, a una vida digna, etc? Porque no sólo le quitan al ganadero los medios de vida, sino que le roban el trabajo de años. Años de seleccionar los mejores animales, de enseñarlos, de cuidarlos, de saber cómo es cada vaca… Ese esfuerzo realizado y esa pérdida no te lo compensa nada ni nadie.

En fin… No me extiendo más. Lo malo es que nunca sabremos la verdad y qué fines esconden estas campañas de exterminio de la cabaña ganadera… perdón, de saneamiento de la cabaña ganadera, quise decir.

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La foto que acompaña el texto es Germán García Adrasti . Que sepan también que el jato de la foto se llama Lalo, es un campeón argentino y vale unos 4.500 euros.

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