Uno de los conflictos más importantes en torno a los bienes “comunales” y que ejemplifica las consecuencias de la desamortización eclesiástica fue lo ocurrido en el coto redondo de Villaverde de Sandoval, perteneciente a los monjes cistercienses de la abadía de Sandoval. Allí, la heredad de los quiñones de Villaverde que habían sido comprados por Pablo Regino López por una cantidad ridícula, con la posterior venta a Gabriel Balbuena dio lugar a muchos conflictos entre éste y el pueblo de Villaverde de Sandoval. Éste es un buen ejemplo, no sólo de los manejos legales e ilegales de estos personajes para acceder a estos bienes que eran explotados colectivamente y por los cuales se pagaban unas sustanciosas rentas, sino de las transformaciones que se derivaron del cambio en la propiedad y la gestión.
Sin profundizar en cómo se produjo la consolidación del dominio del Monasterio de Sandoval –estudiado por Sebastián Amarilla–, el resultado fue que a través de donaciones, los monjes durante la Edad Moderna accedieron a numerosos montes, pastizales, en la zona norte donde se situaba el monasterio[1]. En resumidas cuentas, el patrimonio rústico de la abadía de Sandoval entre mediados del siglo XVIII y el primer tercio del siglo XIX debía de andar en torno a las 4.225 hectáreas[2], siendo una parte importante los montes y pastizales, como el coto redondo de Villaverde de Sandoval. Lo destacable con respecto a nuestro trabajo, es que, como muestra Sebastián Amarilla, estas comunidades aldeanas habían alcanzado una capacidad nada desdeñable respecto a la organización y explotación con arreglos a usos y costumbres comunales, en muchos casos ya desaparecidos en el interior peninsular. Precisamente esta forma de funcionamiento “fue resultado de la propia evolución de las relaciones feudales de producción presentes en el agro leonés”, y “pervivió durante el Antiguo Régimen dotando de notable estabilidad a la sociedad rural que lo sustentaba”[3]. Al igual que ocurría con las propiedades de los concejos, la explotación de estas tierras del monasterio estaban sometidas a la reglamentación comunal.
Yendo a los detalles más importantes de la desamortización de este monasterio, en 1836 con la desamortización de los bienes del Clero, fueron sacados a subasta diversos bienes del Monasterio de Santa María de Sandoval, entre ellos los quiñones del término de Villaverde de Sandoval, los cuales fueron adjudicados a Pablo López, cuñado de Gabriel Balbuena, aunque no está muy claro que estos quiñones perteneciesen al coto redondo de Villaverde[4]. Precisamente, una cuestión a tener presente es la forma cómo se produjo esta adjudicación, ya que no solo se ignoró el encargo de la Comisión de Agricultura del Ayuntamiento de Villasabariego, de que se dividiesen en cortas porciones a fin de que todo pobre pudiese comprar, sino que un pacto entre los compradores permitió a Pablo López hacerse con estas heredades por 390.254 reales[5]. Aunque parece claro que esta compra no incluía los quiñones del coto redondo, parece cierto que hubo una compra –que luego daría pie a la inscripción en el Registro de la Propiedad. Esta compra y el hecho de llevar en arriendo al Estado los 52 quiñones del Coto redondo y los foros y censos –que subarrendaba al pueblo de Villaverde de Sandoval–, permitió posteriormente a Gabriel Balbuena tenerse por propietario de la totalidad del coto redondo, protegido por la influencia de ser diputado nacional. Así, en 1870, éste realizó una inscripción en el Registro de la Propiedad de la totalidad del Coto, que los vecinos contestaron a través de juicios, y que fue rechazada por el Registrador de la Propiedad, por no tener los documentos presentados carácter de escritura pública[6]. Después de varios intentos, a la muerte de Regina López Arintero, esposa de Gabriel Balbuena y hermana de Pablo López, por fin, apoyándose en el testamento de su esposa, éste inscribió el coto redondo de Villaverde de Sandoval en el Registro de la Propiedad[7]. Curiosamente, la inscripción la formalizó Melquíades Balbuena –casualmente, sobrino de Gabriel Balbuena–, aprovechando una interinidad en la que él mismo se encontraba como registrador accidental, siendo además la primera inscripción de esta finca en el Registro[8].
Gracias a la inscripción irregular en el Registro de la Propiedad, el arribista sin escrúpulos G. Balbuena, de arrendatario del Estado de esos bienes nacionales pasaba a ser propietario. Si bien ya subarrendaba el Coto a los vecinos del pueblo, a partir de ese momento, y despojado el pueblo de todo derecho, el nuevo propietario comenzó a imponer condiciones abusivas y arbitrarias. Esta posesión arbitraria y las ansias de Balbuena, crearon una situación conflictiva en el siglo XIX, la cual explotó en conflicto abierto en el primer tercio del XX entre éste y los vecinos del pueblo[9]. Se llegó a un punto tal que, debido a la imposición de arrendamientos arbitrarios y abusivos, los vecinos de Villaverde se negaron a cultivar las tierras durante unos años, lo cual obligó al Ministerio de la Gobernación a dar una solución definitiva a un conflicto originado por la desamortización eclesiástica; desenlace que se verá detallado en una próxima entrada del blog.
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[1] Sebastián Amarilla (1991), p. 457; según éste, esta heredad tuvo su origen en la donación que en 1167 hizo el conde Ponce de Minerva a los monjes de San Benito “el lugar de Santo Noval con vasallos, solares, molinos, prados, pastos, sotos, tierras, fuentes, árboles, huertos, la jurisdicción civil y criminal,…”. Estos monjes fundaron cuatro años más tarde el Monasterio de Santa María de Sandoval, y estimularon la llegada de pobladores. Tras esta primera donación inmediatamente se produjeron otras, por parte de reyes y nobles; el proceso de extensión de los dominios de Sandoval y las tácticas de expansión y colonización seguida por los monjes todo lo cual se puede ver en detalle en Sebastián Amarilla (1991). Señala éste que el motivo estratégico y repoblador parece estar detrás de la instalación de Sandoval, ya que los cistercienses contaban con un importante potencial colonizador [Sebastián Amarilla (1991), p. 445]).
[2] Sebastián Amarilla (1991), p. 177.
[3] Véase nota nº 101, de la p. 146 en Sebastián Amarilla (1991).
[4] Según los vecinos de Villaverde de Sandoval, tal y como alegan en las reclamaciones posteriores, Pablo López únicamente compra lo anunciado en el BOPL nº 36 correspondiente al 3 de abril de 1837, “se anuncia la subasta para el 20 del mismo, de nueve prados y una huerta frutal que se dice radicar en Villaverde, pero de las dichas fincas las cuatro primeras están sitas en Mansilla Mayor, lindando con Villaverde y las seis últimas son las que propiamente radican en él, sumando una cabida de 36 fanegas, todas ellas más los quiñones de la Malatería con 49 pedazos, el quiñón de Ontanilla de 28 tierras y el de Santovenia con 6 heredades, que todos ellos radican también en Mansilla Mayor”, los cuales fueron adjudicados a Pablo López. En boletines posteriores saldrían a subasta otros 52 quiñones que componían el coto redondo de Villaverde, los cuales no está tan claro que hayan sido rematados por este mismo sujeto, dando ello lugar a una importante confusión. Por ejemplo Sebastián Amarilla (1991), p. 1.303, entiende que estos quiñones pertenecían al coto de Sandoval; sin embargo de la consulta del expediente de colonización conservado en el Archivo del IRYDA parece deducirse que estos quiñones eran arrendados al Estado por Gabriel Balbuena, quien los subarrendaba a los pueblos.
[5] Ello a pesar de que el valor de la capitalización había sido de 415.363 reales, y que Isidro Llamazares, en una reclamación posterior a la venta, ofrecía 1.200.000 reales pagaderos en un solo plazo; todos estos aspectos se encuentran detallados en Sebastián Amarilla (1991), pp. 1.302-1.303 y Aguado Cabezas (2002), pp. 223-224.
[6] AIRYDA, Colonias (Villaverde de Sandoval). Legajo 6.
[7] Y en efecto según la copia que obra en el expediente del IRA, en el tomo octavo del Ayuntamiento de Mansilla Mayor al folio 181, línea 93= Inscripción primera = está el Coto Redondo, “llamado de Villaverde de Sandoval en término del mismo con sus entradizos de la Malatería y Santovenia, que todo hace 2.106 fanegas entre tierras labrantías, praderas, pastos, río, cascajales, molino, casas, cuadras, paneras, pajares, presa para el riego, etc., etc., es decir todo el término de Villaverde con el pueblo inclusive, y como dicen los propios vecinos “debiéndole agradecer que por pudor sin duda no incluyeran a los vecinos” [AIRYDA, Colonias. Villaverde de Sandoval, Legajo 6 (25/3)].
[8] Es decir, no hubo ni expediente de dominio, ni de posesión; por tanto, la inscripción se hizo por obra y gracia de la voluntad de este familiar de Gabriel Balbuena, teniendo claramente un carácter delictivo.
[9] Relata Sebastián Amarilla (1991), p. 1.304: “El convencimiento que poseía Balbuena de ser el verdadero heredero de los monjes de Sandoval, se aprecia nítidamente en sus actuaciones al frente del aludido cabildo de regantes, distinguiéndose en sus litigios con los lugares miembros del mismo y, en especial, con Villaturiel –la tenacidad de cuyos vecinos los bernardos habían conocido sobradamente–, por el continuo recurso a la presentación de originales y copias de los documentos del extinto monasterio en defensa de sus posiciones. Así, en 1862, no dudó en llevar ante los tribunales a varios de los pueblos mancomunados por incumplir un acuerdo sobre el uso de las aguas que se remontaba a 1529; no se abstuvo de acudir a un catedrático de latín para que vertiese al castellano el privilegio original que consagraba el dominio de Sandoval sobre el tramo del Porma que gobernaba el cabildo, fechado en 1229; y, en 1870, no tuvo empacho en incluir, en un breve resumen de las características de la presa y del sistema de riego, remitido al Gobierno de León, el cual se lo había solicitado a petición del Servicio de Estadística del Ministerio de Fomento, una dura advertencia, precisando que lo hacía por deferencia, ya que ni una ni otra institución, a su juicio, poseía competencias para inmiscuirse en el control de la presa”.
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Reproducido con permiso del autor. En este enlace la publicación original.
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