El período más vergonzoso de nuestra historia contemporánea es sin duda alguna la Guerra Civil (1936-1939). A pesar de todo lo que se ha escrito sobre el tema, aún quedan temas por abordar; uno de ellos es la conflictividad originada al interior de los pueblos por la disputa de los recursos, y concretamente por los comunales.
A pesar que en la provincia de León la superficie de comunales vendida con la desamortización de Madoz fue mínima, en la primeras décadas del siglo XX el campesinado sufría un empobrecimiento generalizado. Además la población no dejaba de crecer. Las salidas eran complicadas; una era la emigración y otra la puesta en cultivo de nuevas tierras.
Así, por una parte muchos leoneses optaron por irse a Cuba y Argentina. Por otra, desde los sectores más pobres del campesinado se pedía el reparto de tierras; es decir, se pedía la roturación del monte, o que fuesen repartidos nuevos quiñones, especialmente en aquellos municipios donde únicamente accedían a los quiñones los vecinos más antiguos.
Ambas soluciones eran complicadas; para emigrar hacia falta dinero, y las roturaciones, prohibidas por la administración forestal, mermaban el espacio de pasto de los ganados, por lo que había vecinos que estaban en contra.
El caso es que hasta la llegada de la II República Española, ningún gobierno se atrevió a abordar la ‘cuestión social’ en el campo, como era llamada la problemática asociada a la generalización de la pobreza rural.
Para paliar la desastrosa situación del campesinado, durante el período republicano fueron autorizadas roturaciones en los montes de utilidad pública, se abolieron prestaciones señoriales que pagaban los pueblos (como el foro de Villamor de Riello) y se aprobó la Ley de Bases de Reforma Agraria. Esta ley contemplaba el reparto de los grandes latifundios entre el campesinado, pero también medidas que afectaban a la provincia de León como el ‘rescate’ de comunales privatizados o usurpados en el siglo XIX (habrá una próxima entrada sobre este tema).
El caso es que los ‘repartos’ y las roturaciones en los comunales crearon mucha tensión y disputas al interior de los pueblos. Un ejemplo de ello fue lo ocurrido en Valderas. Allí, hacia 1915 según un informe de Junta Central de Colonización y Repoblación Interior, en el último quinquenio habían emigrado más de 300 familias, a pesar de que la construcción del ferrocarril de Palanquinos a Medina de Rioseco había frenado un poco la sangría emigratoria.
Sin embargo la villa poseía una extensa finca comunal, la «Dehesa de Trasconejos», aprovechada por los ganaderos, cuya roturación y reparto había sido solicitada reiteradamente por los vecinos; por ejemplo en febrero de 1925, los vecinos, en un escrito dirigido al Ayuntamiento, solicitaban que la Dehesa destinada para pastos “rindiendo poco para dicho fin y en cambio pudiendo producir en abundancia cereales y leguminosas” les fuese cedida en arrendamiento, dejando para dehesa boyal y pastos una parte de la misma.
Recogiendo estas peticiones, el Alcalde solicitó la roturación, indicando que se trataba de una cesión temporal, siendo autorizada en 1926 la adjudicación de 444 parcelas. Diez años más tarde, en 1936, el problema persistía y el gobierno municipal republicano autorizó una nueva roturación y reparto que benefició a 713 personas.
Esta disputa por el uso de los comunales se dio en numerosas localidades, tal y como se puede comprobar en la documentación del Instituto de Reforma Agraria (IRA). Aunque no es lugar aquí de valorar las medidas republicanas, se advierte que estas medidas crearon tensión en muchos pueblos ya que además se utilizó la política de hechos forzados como roturar y repartir tierras comunales sin los permisos pertinentes y esperando que el IRA lo legitimase.
En cierta manera el consenso que había habido entre los distintos grupos sociales en defensa del comunal durante el siglo XIX se rompió: detrás de esta disputa por los comunales también había un enfrentamiento político y social. Por primera vez en mucho tiempo, el pequeño campesinado tenía poder decisorio. Es posible que estas medidas molestasen a los ‘cuatro ricos’ que hacían y deshacían y utilizaban los comunales a su antojo; es posible también que estas medidas alimentasen los miedos de una mayoría de vecinos que dependían de los comunales y temían que fuesen repartidos.
En los años previos a la contienda fratricida, la violencia ya estaba presente en muchos pueblos, y la disputa por el comunal agudizó el enfrentamiento entre sectores sociales. Aunque se desconoce bastante del impacto de la Guerra Civil en las zonas rurales de la provincia, se constata que en León los más pudientes y buena parte del campesinado apoyaron a los militares insurrectos.
Se intuye también que muchos de los represaliados en la provincia fueron obreros del campo –ni siquiera militantes de partidos de izquierda– que habían apoyado las medidas de los gobiernos republicanos.
No es casualidad que en Valderas, donde había habido los conflictos en torno a la dehesa comunal los primeros días del alzamiento se detuviese por lo menos a 178 personas y fuesen asesinadas 79 vecinos/as con filiación en Valderas, tal como estudiaron Sol Gómez Arteaga y Miguel García Bañales. 72 personas y hubiese 117 desaparecidos víctimas de la guerra, como se recoge en esta noticia del Diario de León. Pero esa es otra historia que alguien tendrá que escribir…
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El señor de la foto es Benito Pamparacuatro. Si no lo conocen, les aconsejo que busquen información sobre él…
Una canción popular de entonces en Valderas, que he escuchado a mi madre y que recoge esa reivindicación del terreno comunal para paliar el hambre de principios del siglo pasado dice así:
“Los hijos se van casando
el terreno no se aumenta
lo que pedimos, señores,
que se roture la Dehesa”.
Los datos que recoge el Diario de León de 72 detenciones tras el golpe de Estado de 18 de julio de 1936 no son correctos, se detuvo a 178 personas (hecho que aparece reflejado en la Causa General de Valderas, la 349/36).
El número de asesinados sigue sin precisarse, los mayores hablar de un centenar, pero es una tarea pendiente saber el número exacto o, al menos, aproximado.
Felicidades por tu artículo, me ha gustado el estudio y referencia a la Dehesa Trasconejos de mi pueblo.
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Muchas gracias por tu comentario, y las interesantes aportaciones.
Saludos,
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Tras el estudio de asesinados realizado por Miguel García Bañales y por mí misma, cuyos nombres figuran en el panteón de los represaliados de la localidad que se inauguró en mayo de 2015, se han podido cuantificar 79 personas naturales de Valderas, si bien hay algunas más que aún no se han podido filiar, personas que se conocían solo por el mote o apodo. Los datos del Diario de León no son correctos, ya en mi comentario de 9 de julio de 2014 lo señalaba. Gracias.
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Gracias! Lo corrijo
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¡Por la República Concejil Leonesa!
De aquellos años donde León se regía desde León, de aquel León independiente, nos quedan elementos propios como los Concejos. No recuerdan los Concejos a los nobles o reyes, que están bien representados en la historia oficial, sino al pueblo llano. Su carácter comunal, democrático y antinobilario en muchos casos nos queda para la memoria histórica de nuestro pueblo. Una institución propia que representa un sistema territorial de nuestros pueblos que hoy se pretende desdibujar en el entramado político-administrativo español. El estado burgués, el estado nacional español, en su creación en el siglo XIX supuso la desamortización de muchos bienes del pueblo por el nuevo poder burgués español. En aquel periodo donde figuraba las Cortes de Cádiz como españoles todos los habitantes del imperio español se implanta el municipalismo como sistema como una nueva vuelta de tuerca más a la negación de los concejos para instaurar el sistema municipal actual. Desde el siglo XIV León perdió presencia y voz propia. El Ordenamiento de Alcalá de Henares con la imposición del Fuero Viejo de Castilla marcó la tendencia centralista del estado hasta el periodo del nacionalismo burgués que quería convertir ‘Las Españas’ en España que con el tiempo se constituyó esa España en singular en Una, Grande y Libre. El Sano regionalismo supuso las pretensiones de anexionarnos a Castilla la Vieja perdiendo aún más la personalidad y la voz como pueblo. Un regionalismo sano fruto del empeño de la burguesía de Valladolid en rememorar la capitalidad de España en el siglo XVII Felipe III. Un proyecto regional burgués que pretendía crear una región castellana en la meseta norte con capital en Valladolid. Una Castilla artificial que se postulase como base de la unidad nacional de España…de esa España uniforme y homogénea creada en el siglo XIX.
Hoy no pintamos nada en el contexto estatal. En un estado donde cada vez las políticas capitalistas inciden más en el nivel de vida de la población…con trabajos precarios, temporales, con recortes salariales, con la congelación de los sueldos, con los despidos indiscriminados, con el paro incesante o con el peor nivel adquisitivo de las familias. Una situación que va de la mano de los proyectos capitalistas llámese la UE o llámese el estado español; la oligarquía económica actual es la misma que la que se lucraba en el franquismo. Contando además con el declive aún mayor del País Leonés con una crisis aún mayor; miles de personas avocadas a la emigración. El envejecimiento y despoblación de multitud de pueblos y la explotación de los recursos naturales leoneses por caciques y empresas como Iberdrola o el cuñado de Arias Navarro fue el patriarca del carbón, todos explotando los recursos del pueblo, con los recortes laborales y la lastimosa situación de las cuencas mineras. Las eléctricas explotan nuestros ríos, nuestros pantanos. Sacan rentabilidad de la explotación de nuestros recursos no aportando nada, absolutamente nada. Cuando el País Leonés es uno de los territorios que se podría decir que tiene independencia energética. Una situación de explotación, de ninguneo en todos los sentidos es lo que ofrece este estado que la Marca España más que promocionarnos en el mundo lo único que es representativo es de la corrupción, picaresca e intransigencia. Siendo el patio de atrás de este estado….esa parte del noroeste de la que nadie se acuerda y la última en la que piensan. Esa España de sol y playa, donde muy rara vez aparece León como parte integrante y fundamental. Un entorno tan dañino como la UE.
¡República Concejil ya!
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La mayor inocentada
es hacer labor honrada
para la masa oprimida,
en una ciudad dormida
que no se entera de nada
Benito Pamparacuatro, 1936
(http://www.joseluisluna.com/Anuario/Manifiesto.index.htm)
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