LNT te recomienda: el folclore argentino


Imagino que el lector que frecuenta este blog conoce a Mercedes Sosa o a Atahualpa Yupanqui. Sin embargo tengo mis dudas que conozca a Jorge Cafrune, Los Chalchaleros, Argentino Luna, Ariel Ramírez, Ramón Ayala, Horacio Guarany o José Larralde…

Pues, lo lamento mucho por quienes no los conozcan… se pierden algo grande. Todos ellos son argentinos y grandísimos cantantes de folclore.

Ahora bien, por lo general el folclore argentino es otra cosa a lo que estamos acostumbrados en España. Poco que ver con esa construcción romántica e idealizada del pasado, aunque también en Argentina el folclore responde al proceso de creación nacional. En cierta manera, a mediados de los años 50 del siglo pasado Argentina era una nación en construcción —y lo sigue siendo—. Fue en esa época cuando ya plenamente instalados en el país los emigrantes llegados de todos los rincones de Europa u Oriente Medio se produjo el llamado «boom del folclore» en el que la música de raíz folklórica se convirtió en un fenómeno popular.

A ello ayudaron fenómenos como la expansión de medios de comunicación como la radio y la televisión, la aparición de una ‘amplia’ clase media —ya saben que en Argentina todo el mundo es clase media o aspira a ser clase media— resultado de la mejora de las condiciones de vida y unos niveles mayores de consumo.

Una de las características del folclore argentino es que se trata de canciones con un fuerte contenido social con una ácida crítica de las desigualdades o con la denuncia de la dureza de la vida en el campo. La peculiaridad es que utilizan ritmos tradicionales como zambas, chacareras, chamamés, bagualas, milongas, chamarritas e incluso carnavalitos o tinkus. Para que me entiendan, es un poco al revés de lo que hacen Tarna, los Hermanos Cubero o Rodrigo Cuevas que —aún siendo todos ellos unos artistas extraordinarios— siguen con las letras de canciones de hace siglos con ritmos más o menos actualizados. Todo muy idílico, pero otra cosa es el interés que puedan despertar. Además, pareciese como si en España la música folk estuviese reñida con la crítica social, aunque ese es otro tema que daría para muchas discusiones…

Bueno, volviendo al suco, remarcar que de alguna manera en el folclore argentino se mezcla el interés por las formas de vida, costumbres y tradiciones de las diversas regiones del país, con el compromiso social de los folcloristas. Paradójicamente este compromiso social que nace del amor a la tierra (patria) llevó a la mayoría de estos cantantes folclóricos a significarse contra la Dictadura, por lo que sus canciones fueron prohibidas y ellos perseguidos. Jorge Cafrune desafió la censura cantando la canción prohibida “Zamba de mi esperanza” en el festival de Cosquín de 1978 y días más tarde fue atropellado por una camioneta que se dio a la fuga. Hay quien señala que fue un asesinato ordenado por la Junta Militar, aunque no hay pruebas concluyentes. Otros como Mercedes Sosa, Horacio Guarany o el propio Atahualpa Yupanqui tuvieron que exiliarse.

Es curioso el origen de estos cantantes. Atahulpa Yupanqui —nombre artístico de Héctor Roberto Chavero— tenía origen quechua y vasco; Mercedes Sosa era de ascendencia diaguita, española y francesa; Jorge Cafrune era de origen árabe (Siria y Líbano); Larralde desciende de la localidad navarra de Aranaz; Horacio Guarany —de nombre Eraclio Catalín Rodríguez Cereijo— era hijo de un indígena correntino y una leonesa…

De entre todos ellos me quedo con Mercedes Sosa y con José Larralde, que —curiosamente— algunos descubrieron hace unos pocos años a través de la serie de televisión Breaking Bad, donde de fondo suena cadenciosamente a ritmo de lonkomeo mapuche una versión de su tema «Quimey Neuquén» de los hermanos Berbel.

José Larralde fue trabajador rural, mecánico y soldador y sus canciones nos cuentan de las personas que viven y trabajan en zonas rurales. Lo suyo es folclore, pero a la vez hay compromiso social, como ya dijimos.

Larralde canta sobre los peones rurales y sus cuitas, sobre el maltrato de los patrones, sobre los gauchos, sobre la vida cotidiana y los oficios varios de la gente del campo… Como leí en este artículo, Larralde ofrece una mirada sin concesiones sobre un país olvidado. Su canto sube desde la boca del estómago y sus canciones son paridas desde las vísceras aunque nunca adoptó una postura demagógica. «Yo en realidad no le canto a nadie. Canto lo que viví y lo que veo vivir. Canto para mí. No soy personero [portavoz] de nadie, ni represento a nadie. No se vaya a confundir«, dijo alguna vez al ser entrevistado.

Hay quien tilda a Larralde y a otros cantantes de nacionalistas y él responde así en una entrevista: «La culpa de ese prejuicio la tuvieron en este país los militares, porque lo peor que hicieron, además del tema de los muertos y los desaparecidos, fue hacerle creer a la gente que la Patria era de ellos. Se asumieron como la reserva moral de la Patria, y se la apropiaron. Ellos lograron que nadie que no fuera milico pudiese después llevar una escarapela con orgullo«. Mucha tela que cortar en esta reflexión…

En fin. Aquí les dejo una conocida canción del folclore argentino, compuesta por el uruguayo Aníbal Sampayo. Disfrútenla…

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